Madre, negra, pobre y lesbiana, asesinada por la policía brasileña
Por Alê Alves para Ponte Jornalismo, 25 de abril de 2016.
Reproducimos la noticia traducida español con el objetivo de visibilizar que estos casos de abuso policial y tortura se reproducen en toda América Latina. En nuestra provincia recientemente el caso de Ismael Lucena ha vuelto a salir en los medios, ya que sus familiares junto a agrupaciones y organismos de derechos humanos han conseguido la prisión perpetua para el policía que lo asesino.
Aclaración preliminar: Ponte Journalismo citó al comandante general de la Policía Militar Ricardo Gambaroni y además a Douglas Luiz da Paula, a Fábio Donizeti Pultz y a André Donizeti Camilo, los tres últimos investigados bajo sospecha de haber causado la muerte de Luana Barbosa dos Reis Santos, de 34 años. Ninguno acudió a la entrevista.
“¡Corran, van a matar a Luana!”. Fue por ese aviso de una vecina que los familiares de Luana Barbosa dos Reis Santos comenzaron a entender el porqué de los gritos y los tiros que invadieron el barrio en la noche del 8 de abril.
Cuando paró a saludar a un amigo, que estaba en un bar ubicado en la esquina de la calle de su casa, en el barrio Jardim Paiva II, en la periferia de Ribeirao Preto, Luana fue abordada y golpeada por policías militares y murió cinco días después como resultado de una Isquemia Cerebral causada por un traumatismo cráneo-encefálico.
Los Policías Militares Douglas Luiz de Paula, Fábio Donizeti y André Donizeti Camilo, del 51º Batallón de la fuerza, son investigados bajo sospecha de la golpiza que le provocó la muerte de Luana.
El comandante general de la Policía Militar coronel Ricardo Gambaroni, al ser citado desde el día 19 de abril para dar datos sobre la muerte de Luana, guardó silencio. Lo mismo pasó con la Secretaría de Comunicaciones de la Policía Militar. Solicitamos también una entrevista con los tres Policías Militares investigados por causar la muerte de Luana, pero la Policía Militar no levantó el pedido.
Según Roseli, hermana de Luana, ella salió de casa para llevar a su hijo a un curso de computación en el centro de la ciudad. “No pasaron más de diez minutos cuando comenzaron los gritos y los tiros. Al abrir el portón ya era una escena de guerra. Los policías apuntaban con las armas, los vecinos corrían y mi hermana pedía ayuda a gritos”, relata.
Cuando se aproximaron al bar con otros familiares, Roseli dice haber visto a su hermana arrodillada, con las manos hacia atrás, con una bermuda negra, sin blusa, sólo con corpiño. Según ella, había dos policías inmovilizando a Luana, uno de ellos con sangre en el labio. Aquel fue el mismo policía que apuntó con un arma a Roseli y su madre diciendo “métanse [a la casa] o se las mato”.
El accionar policial
En un video grabado por sus familiares luego de las agresiones, Luana dice que los policías le ordenaron bajar la cabeza y poner las manos atrás: “Ahí yo los golpeé, y me pegaron una trompada y una patada”. Roseli le dice a su hermana que la acusaron de agredir a un policía y que ella vio a un policía con la boca lastimada. “Fue porque me esposaron y me dieron una trompada y una patada”, contesta Luana.
En el video ella también dice: “Me dijo que me iba a matar y también a todos los de mi familia. Vomité sangre. Me dijeron que nos van matar a todos, a mí y a mi hijo también. Me dijeron que a mi hijo lo de por muerto.”
Los familiares comentan en sus testimonios que los policías patearon a Luana para hacerla abrir las piernas, lo que la hizo caer en el suelo. Al levantarse, Luana le pegó una trompada a uno de los policías y pateó en un pie a otro. A partir de eso los policías comenzaron a golpear a Luana con las cachiporras y con el casco que ella usaba para andar en moto.
“Algunos vecinos dicen que están tomando medicamentos para poder dormir, porque no pueden olvidar los gritos de Luana pidiendo ayuda. Ella gritó mucho.”, relató Roseli.
Un familiar comentó que Luana tenía muchos hematomas debajo del ombligo. “Las personas que estaban en el bar dijeron que ella recibió muchos golpes en el abdomen con el casco y con la cachiporra también” cuenta un pariente, que llegó al lugar cuando Luana ya estaba dentro del patrullero de la Policía Militar.
En la casa de los familiares
Roseli dice que luego de amenazarla a ella y su madre los policías entraron a su casa, algunos de ellos escoltando al hijo de Luana. Preguntaron si ella vivía ahí, si consumía o traficaba drogas, si robaba, de qué trabajaba, y revisaron el cuarto de ella y las cosas de otros familiares.
“Los policías no dijeron por qué la habían abordado y se fueron de la casa sin decir qué era lo que buscaban. Les pregunté qué había sucedido y dijeron que ella había agredido a un oficial y que estaban haciendo un procedimiento normal en el barrio”, cuenta Roseli. En seguida los policías se dirigieron a la casa de la compañera de Luana y repitieron las preguntas y la requisa.
Los familiares dijeron que ellos no podían acercarse a Luana porque el área estaba cercada por los autos de la Policía Militar. “Los policías hicieron tiros al cielo y amenazaron a los vecinos que intentaban acercarse y entrar a casa de la madre”, relata un pariente de Luana.
Según los testimonios, el hijo de Luana, de 14 años, presenció todo escoltado por los policías. “Ya intentamos de todo, pero él no habla con nosotros. Creo que está en estado de shock”, relata otro familiar, que tampoco ha querido identificarse.
Firmar con los ojos cerrados
Al ser interrogados sobre Luana y la moto, los policías dijeron que ella y el vehículo, con documentos en orden y sólo con un problema mínimo en la chapa, habían sido llevadxs para el 1º Distrito Policial. En la Comisaría solo a un familiar se le autorizó la entrada. Él dice que Luana estaba esposada “solo de corpiño y ropa interior negra”. “Le puse una remera. Estaba recostada en un sillón con los ojos cerrados, la cabeza hinchada y vomitando algunas cosas blancas”, cuenta el pariente.
Él dice haber conversado con ella por pocos minutos hasta que le pidieron que se retirara inmediatamente. Cerca de una hora más tarde él entro de nuevo: “Me llamaron para hacerla firmar Informe Policial y una declaración, en donde ellos registraron desacato y lesiones corporales a la autoridad”.
En el Informe Policial del caso, firmado por la delegada de la Policía Militar de Sao Paulo Patricia de Miriani Buldo, en la acusación de que ella habría agredido a uno de los Policías Militares, la versión de Luana es resumida en 23 palabras, en sólo dos renglones: “La declarante niega los hechos. Dice que no agredió a los policías militares y niega haberlos ofendido en el ejercicio de sus funciones. Nada más.”
Después de leer los documentos, un familiar ayudó a Luana a firmarlos. “La apoyé en mi hombro y le hice firmar la declaración. Ella no estaba viendo, pero intenté guiarla para que firme, porque nos dijeron que si no firmaba no iba a salir”, relata.
“La letra parece la de un niño, no tenía nada que ver con la firma de mi hermana. Ella no podía permanecer en pie, parecía el cuerpo de alguien que no tenía huesos”, afirma Roseli, que vio el documento.
Ella cuenta que al salir fueron llamadas por un funcionario de la Policía Civil, que le aconsejó que llevara a Luana a hacerse un examen forense ya que tenía señales de maltrato. Como el IML (Instituto Médico Legal) estaba cerrado a esa hora, le recomendaron que volviera el lunes.
“Le pregunté qué es lo que ella había hecho, y me dijeron que había agredido a un oficial y que ellos la habían reducido, porque si hubiesen querido golpearla al punto de dejarla inconsciente, alguno de los policías lo habría asentado.”, relata Roseli.
Al salir de la Comisaría, los familiares filmaron el video en el que Luana cuenta que fue amenazada. “Ella estaba desfigurada y casi inconsciente cuando salió. Sucia, sólo con medias y sin zapatos. No podía abrir los ojos, balbuceaba”, relata Roseli.
En el video Luana pide ir a casa para ducharse. Los familiares dicen que por miedo a las represalias decidieron hacer caso a la amenaza y no registrar una denuncia en aquel momento. Luana fue internada en el hospital al día siguiente, después de tener fiebre y comenzar a quejarse por los dolores.
En el hospital
Al ingresar al Hospital de Clínicas de Ribeirao Preto, Luana ya estaba con sospecha de ACV (Accidente Cerebro Vascular). Relata Roseli: “Le hicieron exámenes para confirmar las sospechas, dijeron que era un caso grave y que no sabían si las secuelas serían reversibles”. Roseli escuchó del equipo médico que los exámenes mostraron un coágulo y un rompimiento de las venas de la cabeza de Luana.
El examen forense fue realizado recién el día martes (12/04) por la mañana. “Cuando el hospital pidió el examen forense para el IML, preguntaron si la paciente era la agresora de los policías”, cuenta Roseli. Después de cinco días de internación, Luana murió por traumatismo cráneo-encefálico e isquemia cerebral. La familia donó sus órganos.
La versión de los policías y sus declaraciones
Según el Informe Policial certificado por la delegada Patricia Mariani Buldo, los policías militares realizaban un patrullaje en el barrio y, al ver la moto de Luana cerca del bar, “decidieron parar y hacer los dos una requisa”. “Garupa” (el hijo de Luana) salió “corriendo” al ver al patrullero que se aproximaba y a los policías que abordaban a la “autora de los hechos”. “Una vecina que estaba allí dijo que eso es mentira, que el hijo de ella no corrió, que los policías se quedaron con él al lado de la moto. El hijo solo salió del lugar recién cuando los policías fueron a allanar la casa de la madre de ella”, contrapone un familiar.
El documento dice que al ser abordada Luana “comenzó quitarse la ropa, tiró el casco y desacató a los policías.” Uno de los policías “pidió a la autora que se calmase y se pusiese la ropa” y entonces Luana “propició una puñetazo en la boca del mismo” y “propició una patada en el pie” del otro policía, “donde además dejó una lesión e hinchazón”.
Según los familiares, los policías habrían llegado gritando que Luana pusiera las manos sobre la cabeza, abriera las piernas y mostrara el documento. Ella pidió que una oficial mujer la requisara, pero eso no sucedió.
“A pesar de que le dijo que ella era mujer, ellos continuaron el procedimiento y quisieron requisarla. Después de ser agredida, ella hasta se levantó la camiseta para mostrarles que era mujer”, cuenta Roseli, en alusión a la apariencia “masculinizada” de su hermana.
Para la familia de Luana, ella también podría haber sido maltratada por los Policías Militares porque tenía un registro policial anterior, cuando fue acusada de portación de arma y robo. Luana dejó la prisión en 2009 y, según Roseli, ella continuó estudiando y trabajaba como mucama, moza y vendedora.
“¿Ella no podía rehacer su vida? ¿Ella no tiene más derechos ni es un ser humano solo por haber estado presa? No tenían ninguna acusación contra ella. Solo por ser lesbiana, negra y de la periferia, con paso por la policía, ella ya era considerada culpable”, contesta Roseli.
En la sesión ordinaria de la Cámara de los Ediles de Ribeirao Preto, el día 19 de abril, Roseli habló sobre la muerte de su hermana: “Están intentando utilizar el hecho de que ella ha estado presa para convencer a la opinión pública de que se lo merecía. De que ladrón bueno es ladrón muerto”.
“¿Por qué no la llevaron presa por desacato? ¿Por qué le hicieron todo lo que le hicieron a ella? Ella ya se había rendido, no había necesidad de todo eso.”, cuestiona otro de los familiares.
Lesbofobia y racismo
“Luana ya había pasado por el prejuicio antes, en una fiesta en la que estaba con su novia. Ella ya se había levantado la blusa una vez para demostrar que era mujer y no la golpearan unos muchachos”, afirmó Roseli.
Para ella, Luana fue víctima de la lesbofobia. “Tal vez la requisa hubiese sido otra cosa si ella se hubiera vestido de manera diferente o hubiera tenido otra apariencia. Ella me decía que no toleraba más que la paren en la calles”.
Para Roseli, el primer prejuicio que se mostró fue el relacionado con la identidad sexual de su hermana.
“Ella pagó el precio por parecerse a un hombre negro y pobre, ella fue abordada como otros hombres de la periferia son abordados. Lesbiana, negra y periférica, con paso por la policía, ella ya era considerada culpable”, afirmó su hermana.
La muerte del padre
El cuerpo del padre de Luana y Roseli fue encontrado por la familia en 2013 en el cementerio de Perus, en la zona oeste de Sao Paulo. A él lo mataron a tiros en 1981, a los 34 años, en la ciudad de Sao Paulo, y fue enterrado como indigente.
“Nuestro padre fue asesinado a tiros a los 34 años en Sao Paulo y jamás identificaron al culpable. Él fue primero enterrado como NN y solo después el cuerpo fue identificado por una de mis tías. El círculo vicioso de la violencia que se repite con las minorías y el genocidio de la juventud negra tienen que acabar”, dice Roseli.
Los familiares y las ONGs realizaron una protesta por la muerte de Luana el sábado (23/04), frente a la explanada del teatro Pedro II, en Ribeirao Preto.
El testimonio de Roselí, hermana de Luana, ante los Ediles de Ribeiro Preto, Sao Paulo.
Video de Luana en la vereda de la Comisaría
Portada: Ilustración en homenaje a Luana en http://blogueirasnegras.org/2016/05/03/depois-da-morte-luana-barbosa-saiu-da-situacao-de-isolamento-diz-a-irma-roseli-dos-reis/
Colaboró André Caramante, de Ponte Journalismo.
Traducción al español por Patricio Dezalot.