Por RYAN ROSCHKE
Publicado el 5 de septiembre de 2019 en el portal Popshugar Culture bajo el título Sashay Through the History of Drag Queen Culture
En el siglo XXI una dragqueen ya no es sólo un hombre que usa ropa de mujer. Una dragqueen es una entidad completamente independiente. Cuando se está vestida tan impecablemente y pintada a la perfección, la persona debajo de la draga desaparece casi por completo. Muy seguido escucho a artistas drag describir a sus personajes como si fuesen otra persona. Elles han excavado muy profundo dentro de sus propias mentes, han sacado las partes más extrañas, potentes y teatrales de sí mismes, y luego las han mezclado para crear algo completamente nuevo. Un personaje, un alterego. Una súper-she-roína, 1 si se quiere.
Actualmente la cultura drag es más grande y más popular que nunca antes. RuPaul’s Drag Race acaba de tener la más exitosa temporada de todas. Desde que se pasaron de canal Logo a VH1 alcanzaron cerca de un millón de expectadorxs desde el estreno y lo mantuvieron en cerca de 800mil hasta el final de la temporada. La tercera temporada de All Stars está próxima a estrenarse, lanzando una nueva competencia entre las más famosas dragqueens del mainstream. E incluso por fuera de RuPaul’s Drag Race, las dragas han sido capaces de cosechar una gran cantidad de seguidorxs a través de las redes sociales, performances en vivo, YouTube y los podcasts.
Pero el drag no siempre fue recibido de esta manera. De hecho, este tipo de aceptación pública de las dragqueens -que a veces suele rozar con la devoción- ha sido alcanzada hace sólo una o dos décadas atrás. Antes de eso, las dragas estaban sumergidas en lo profundo de los clubes más unders y los bares más clandestinos. Y antes de eso, eran una parte exagerada e integral de la cultura del teatro. El hecho es que el drag ha sido parte de nuestra cultura durante siglos. Cada época y cada nueva iteración 2 de este tipo de arte ha sido crucial para la forma y el éxito que tiene el drag hoy en día.
Las primeras manifestaciones del Drag y el Crossdressing
¿Dónde comenzó todo? Algunes estudioses de esta forma de arte han descubierto que las primeras formas de crossdresing -el simple acto de usar ropa que ha sido diseñada para ser utilizada por el sexo opuesto-, han tenido su origen, de hecho, en rituales religiosos. Jonathan David en su libro Drag Diaries 3 se enfoca en dos muy antiguos puntos de origen: las ceremonias ancestrales (de pueblos originarios de América del Norte y del Sur, y del Antiguo Egipto) y del teatro japonés. David escribe que “el crossdressing fue ampliamente documentado en les aztecas, les incas y les egipcies, entre otras grandes civilizaciones del pasado, y existe actualmente en ceremonias tribales a lo largo de todo el mundo”. Imaginen los rituales religiosos de iniciación, las invocaciones a los dioses, los llamados a la lluvia y las expulsiones de malos espíritus como los momentos en los que se requería del drag en aquellas culturas.
“En el teatro japonés -escribe David- lo que diferenciaba al drama Kabuki y del drama Noh era el drag. El Noh surge del Dengaku, una danza folclórica asociada al crecimiento de los cultivos y la fertilidad en la que, en su antiguo hermético mundo espiritual, los actores ‘femeninos’ utilizaban máscaras siguiendo rutinas estilísticas de un patrón de gestos simbólicos complejo y extraño”. Kabuki, por supuesto, es una forma de teatro japonés que mucha más gente podría encontrar familiar. David dice que aumentó su popularidad en el siglo XVII y que “es más popular y menos ritualista que el Noh”. En el teatro Kabuki las transformistas están “cuidadosamente maquilladas, hablan con voces de falsetto y se mueven sugiriendo la esencia de la feminidad”.
Otro libro que arroja un poquito más de luz a lo que podríamos llamar el “drag sagrado” es Drag: A History of Female Impersonation in the Performing Arts.4 Roger Baker también tiende un hilo con las antiguas civilizaciones, señalando que el drag “procede de la creación del drama en la antigua Grecia, en donde actores enmascarados interpretaban Hécuba y Clitemnestra”. Baker dice que en Inglaterra “el drama formal vino, literalmente, desde la Iglesia. Las partes de la misa eran dramatizadas de maneras muy sencillas en un esfuerzo por ayudar a les analfabetes y a les miembres menos inteligentes de la congregación a entender mejor el culto de la iglesia”.
Estas actuaciones religiosas comenzaron eventualmente a tener vida propia y los sets dramáticos eclécticos fueron eliminados de la Iglesia por completo. En lugar de interpretar las historias en los salones de una capilla sagrada, las guildas locales5 comenzaron a tomar las riendas. Algunos grupos muy específicos elegirían las obras que más relación mantuvieran con sus actividades. “Fue así que los viticultores podían interpretar Las bodas de Caná -dice Baker-, los carpinteros podían presentar El arca de Noé, y mientras los orfebres podían utilizar La adoración de los Magos como una buena excusa para exhibir sus mejores productos”.
Debido al componente crossdresser de estas actuaciones sagradas, las mujeres fueron totalmente omitidas del rubro. “Las mujeres no jugaban ningún papel activo en los servicios o los oficios de la Iglesia, por lo que las actuaciones originales fueron hechas exclusivamente por varones, niños del coro que asistían a los clérigos e interpretaban papeles femeninos cuando hacía falta”, escribe Baker en Drag… . Desde aquí ya no es difícil unir los puntos. Las recreaciones de estas historias religiosas fueron luego dramatizadas, a veces hasta incluyendo subtramas que no existían en los textos originales. En poco tiempo las actuaciones se volvieron más seculares al entrar en una nueva era: la de las obras dramáticas originales.
Mientras que el teatro occidental transicionaba de sus raíces religiosas a algo mucho menos sagrado que eso, las reglas que excluían a las mujeres permanecieron intactas. Hay que destacar que en este momento todavía el concepto de drag estaba completamente separado del de la homosexualidad. Y no será sino hasta mucho después que ambos comenzarán a estar intrínsecamente unidos.
Investigando sobre esto contacté a Joe E. Jeffreys, un historiador del Drag que enseña teatro en la Tisch Drama, de la Escuela de Artes Universidad de Nueva York. Jeffreys ha hecho una crónica de una pequeña parte de la cultura drag de su propio tiempo, y ha archivado su trabajo en sus cuentas personales de YouTube y Vimeo. Cuando hablamos sobre la presencia de las mujeres en la esfera del teatro, Jeffreys me dijo que “era algo indecoroso o impropio para una mujer exhibirse públicamente a sí misma de esa manera”.
En Drag…, Baker escribe sobre las primeras “obras” originales. En esta nueva iteración del teatro, las actuaciones “tomaban las calles con improvisaciones de los actores ambulantes6 que luego se convertían en guiones más formales. A principios del siglo XVI los grupos comenzaron a usar los cours de los edificios públicos7 como espacios de actuación”. Baker también da cuenta aquí de los esfuerzos permanentes para mantener al teatro como una actividad sólo para hombres. “Encontrar a una mujer actuando en estos espacios públicos no sólo habría ofendido por motivos religiosos, sino también por ser visto como un ejemplo impactante de un comportamiento inapropiado”.
Mientras las actuaciones transicionaban hacia un mundo de espacios de teatro más tradicionales y soliloquios shakespeareanos, estas ideas continuaron sosteniéndose. Baker escribe sobre los chicos jóvenes que se unieron a los grupos y las compañías de teatro: “Si tenía una cara adecuada y un cuerpo delgado, sus primeros papeles serían los femeninos -dice-. Raramente Shakespeare u otros dramaturgos del período introdujeron más de tres personajes femeninos en sus obras, lo que da a entender que en aquel tiempo no había muchos chicos con las características adecuadas. Los papeles femeninos pequeños eran interpretados por muchachos que hacían de mensajeras, actores de relleno y todo tipo de nobles”.
Como una cuestión de hecho, se cree que la primera aparición del personaje femenino más icónico de Shakespeare fue interpretado por un hombre. “La primera Ofelia se cree que fue Nathaniel Field, quien luego se hizo casi tan famoso como el actor Richard Burbage, un peso pesado isabelino”, escribe Baker. “La primera Lady Macbeth ha de haber sido Alexander Cooke (…), un joven llamado Robert (o Bobbie) Gough (o Goffe) es a menudo llamado ‘la primera Julieta’ y también ‘la primera Cleopatra’”.
Mientras que esta historia del teatro nos da crónicas ilustradas de hombres vistiendo como mujeres, Jeffreys, nuestro historiador drag, se preocupó de marcar una diferencia entre las raíces teatrales de la cultura drag y la dragqueen como una entidad en sí misma. “¿Eran dragqueens los jóvenes actores isabelinos?”, se pregunta. “Creo que este término no los incluye.” De hecho, las primeras dragqueens propiamente dichas no nacerían sino hasta los siglos XIX y XX.
(Traducción por Patricio Dezalot para La Cascotiada)
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- En la cultura drag de los países angloparlantes siempre hay un juego poderoso en el uso de las palabras a través de las feminizaciones. En “súper-she-ro(ina)” incorporan el artículo “she” (“ella”) dentro de la palabra en contraposición al artículo “he” (“él”). Otros ejemplos más comunes son “herstory” en vez de “history”, utilizando el pronombre posesivo “her” (“de ella”) en vez del “his” (“de él”), etc. [NdT]
- Se refiere a la repetición del un proceso en el tiempo. En el lenguaje historiográfico puede tomarse como sinónimo del “renacimiento” de un fenómeno. [NdT]
- Jonathan David, Nan Richardson y Catherine Chermayeff, Drag Diaries, Chronicle Books, San Francisco, 1995.
- Drag: A History of Female Impersonation in the Performing Arts, Roger Baker, NYU Press, Nueva York, 1995.
- Las Guildas eran asociaciones de artesanos o comerciantes en el Medioevo. [NdT]
- Los actores ambulantes o strolling players fueron compañías de teatro viajantes durante el reinado de la dinastía de los Tudor (1485 y 1603) en Inglaterra, que recorrían el país ofreciendo obras que generalmente interpretaban en casas de nobles. Este tipo de compañía fue prohibida en 1572 por el temor de incitar a las rebeliones, dejando sólo a unas pocas compañías con el permiso para hacerlo. [NdT]
- Los cours son, para la arquitectura, los patios centrales de palacetes en instituciones públicas, generalmente de grandes dimensiones, utilizados frecuentemente para actos públicos. [NdT]