«La existencia de una masa de personas a quienes se puede agredir, violentar, degradar, insultar, e incluso matar impunemente o con la certeza de recibir atenuantes en función de su orientación sexual, identidad o expresión de género, es necesaria para disciplinar al resto dentro de los límites sexuales y genéricos del patriarcado, que instituye y distribuye privilegios y subordinaciones»
María Luisa Peralta
A principios del siglo XX, frente a los convulsivos sucesos históricos, tuvo lugar la discusión sobre si el arte debía ser autónomo o estar comprometido con la realidad socio-política. Fue Greenberg el mayor defensor de la autonomía del arte, un arte hecho solamente para los sentidos, aislado, encerrado en sí mismo, ajeno a la vida política, a la realidad social. El Expresionismo Abstracto fue quien corroboró la tesis de Greenberg de la mano de artistas como Pollock. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial, con esos hechos infames que fueron los campos de concentración y la bomba atómica, marcó un punto de inflexión. En todas las disciplinas se volvió la mirada atrás de forma crítica: en la ciencia, la filosofía y por supuesto en el arte. Theodor Adorno expresó esto en una frase calcinante: «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie». Será Jean Clair quien, dentro de la crítica posmoderna, vendrá a hablar de la responsabilidad del artista. Clair se pregunta cuál es la responsabilidad que tiene el artista ante la sociedad en un siglo de guerras mundiales e ideologías totalitarias. Toma como ejemplo icónico el nazismo, que se valió del arte para fines políticos. Más bien, los nazis eran conscientes del poder del arte como instrumento de propaganda, como una vía mediante la cual podían transmitir su ideología. Clair se pregunta ¿por qué hace arte el artista? Responde que el artista siente a la realidad como incomprensible, y esa extrañeza es la que lo lleva a producir su obra, impulsado por la melancolía que le causa esa realidad. Entonces, ¿se puede decir que el artista está realmente desconectado de la realidad que lo rodea? Para Clair esto es inaceptable, por ser un arte cobarde, como «un arte amnésico que corriera por sí solo como un pollo decapitado». Así como el Régimen Nazi se valió del arte para su propaganda, el Comunismo, también lo hizo, bajo la consigna de que se podía cambiar el mundo desde el arte. Y el encargado de iniciar este cambio fue el Surrealismo, que asumió el compromiso político desde su nacimiento.
En el siglo XXI, esta discusión ha sido superada en cierto modo, en el sentido que ya todes sabemos que todo arte es político. Más aún, todo acto que realiza el ser humano es político, pues convalida un modo de entender la realidad. Incluso el arte que no busca comprometerse con la realidad política, tiene una declaración de una postura política en esa omisión.
LA COMEDIA NEGRA COMO DECONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD
Todo artista desarrolla una matriz ético-política que delimita su producción artística. Por lo tanto, ningún artista puede escudarse, impunemente, en la afirmación de que no es responsable de lo que produce o de lo que representa tan sólo porque el artista es libre de hacer lo que quiera. El artista siempre tiene la posibilidad de escoger qué producir y qué representar. Así sea una comedia negra, el artista escoge deliberada y conscientemente de quien reírse y como representar a ese de quien se ríe. Y atrás de esa elección está el lineamiento ético-político del artista. ¿De quién escogen reírse en «Busca Consuelo»? ¿De un abogado hombre cisgénero blanco heterosexual burgués? No. De la torta chonga. Es el sujeto estigmatizado de quien se suele reír: del puto, del manco, del gordx, del enanx, de la trava, del negro. Se ríen del diferente, del excluido, del paria. Se ríen como si su existencia misma fuera cómica. El precepto que rige este supuesto humor negro es “reírse de la propia desgracia para transformar”. ¿Acaso ser lesbiana es una desgracia? ¿Ser negrx es una desgracia? Por supuesto que no, es la sociedad la que transforma nuestras existencias en desgraciadas y nos vuelve parias. Reflexionemos entonces sobre la comedia negra. Porque no somos seres aburridas incapaces de tener algo de humor, ya que sabemos que la buena sátira es una forma de arte rebelde. Entonces nos preguntemos ¿de qué se ríe el humor negro? De lo negro del mundo y del sistema en el que vivimos, de nuestras costumbres, nuestros prejuicios, del sinsentido de nuestras estructuras sociales. El buen humorista es aquel que es capaz de deconstruir la realidad. Porque si nos reímos del sujeto estigmatizado, si la comedia golpea a lxs oprimidxs, es reproducción de lógicas discriminatorias. Entonces ¿«Busca Consuelo» simplemente se ríe de un estereotipo porque se supone que en sí mismo es gracioso, o se propone hacer una denuncia del mismo? Si busca hacer una crítica, poner en ridículo este estereotipo de la torta “macho alfa” ¿en dónde pone en ridículo ese estereotipo en los 6 minutos? ¿En dónde está la crítica? Lo cierto es que sólo se la representa como torta-macho y la burla parte de eso, pero no se pone en ridículo ni cuestiona ese estereotipo en ningún momento, dando como resultado un producto final soso y acrítico.
A propósito de esto, Didier Eribon, en su «Moral de lo minoritario», hace una lectura de la obra de Jean Genet, y nos dice que lo que impulsa al dramaturgo a escribir está siempre motivado por «la voluntad de rendir homenaje a los humillados, de rehabilitar lo que está destinado a la ignominia. […] Todo lo q escribe es una rehabilitación de la infamia y de los seres infames». En definitiva, escribe para todxs lxs parias, lxs excluidxs. Incluso Genet no puede concebir a la literatura (a la ficción) desconectada de la vida, por eso afirma. «El arte por el arte me parece una fórmula pedante, hueca y vanidosa. […]El arte es arte porque es útil.» («Reponse a un questionnaire», Europe n.0 808-809). También lo expresa en Journal du voleur «La literatura solo se concibe inscrita en el mundo real. No debe lanzar por el cielo las ideas, sino entrar en el siglo». Por otro lado, eso que llevaba a Genet a escribir sobre lxs parias era su propio drama, la vergüenza y estigmatización que el mismo cargaba como «invertido», como «paria homosexual».
LA LESBIANA AMENAZANTE
«En la vida y en la muerte de Natalia, la Pepa, Gaitán están contenidas a fuego las marcas que todas las lesbianas llevamos en nuestros cuerpos. Su fusilamiento expuso de manera brutal los altos niveles de homolesbotransfobia de la sociedad argentina, hasta el momento invisibilizados». Así empieza fabi tron su libro «Quiénes mataron a la Pepa Gaitán». A las lesbianas militantes, los hechos lesbofóbicos nos retrotraen a la Pepa, porque su muerte es un caso emblemático de hasta dónde puede escalar la lesbofobia: matar impunemente. En su libro, fabi se pregunta qué significa administrar justicia. Para ella, la lógica del sistema jurídico (la cárcel) no basta para que se haga justicia. Reconoce a Daniel Torres, el asesino de la Pepa, como el último y más débil eslabón de una cadena que llevó a la muerte de la Pepa. Se pregunta si Torres recibirá en la cárcel una educación para modificar su lesbofobia, o si la policía que no llevó con urgencia a la Pepa al hospital también será juzgada, o si se responsabilizará a los gobiernos por no establecer políticas públicas contra la discriminación. En definitiva, se pregunta quiénes son los responsables por la muerte de la Pepa. Queda claro que Daniel Torres jaló el gatillo, pero la cadena de responsabilidades asciende hasta toda la sociedad. Todxs somos responsables. También los medios de comunicación por cómo nos representan, puesto que son generadores de opinión. Incluso la ficción es responsable porque los discursos simbólicos tienen peso en la visión que tenemos de la realidad.
En el juicio, el abogado de Torres utilizó como estrategia demonizar a las lesbianas, reproduciendo todos los prejuicios con los que cargamos: somos violentas, promiscuas, etc. Apuntó a mostrarla como una “lesbiana amenazante” de quien Torres sólo se defendió porque se sentía “asustado y disminuido”. Por eso, cuando las lesbianas vemos que los medios (y la ficción) reproducen estos prejuicios, sabemos que están preparando el camino para la muerte de una próxima Pepa Gaitán. Son responsables de esa y de todas las muertes. Y también del hostigamiento que sufrimos las lesbianas.
«Busca Consuelo» reproduce estos prejuicios y otros más. Muestra que nos volvemos lesbianas porque fracasamos con los hombres, entonces somos unas resentidas. Muestra también que ser lesbiana es una especie de “diversión” pasajera, algo que hay que probar en la vida, como volar en parapente o las drogas. También se vale del estereotipo de la torta-machona. Una torta-macho que habla como uno de ellos, que reproduce un discurso machista, misógino, que cosifica a las mujeres, por ejemplo cuando Karen dice “nah, no te digo amigas, te digo minitas”. Esa torta-macho, también tiene actitudes de un macho: acosa permanentemente a Consuelo, se abalanza sobre ella, tiene contacto con Consuelo sin su consentimiento. Hay muchos más elementos machistas, como cuando Consuelo dice “encima tengo q soportar a la quinceañera de mi novio”. Se vale de una estigmatización que sufrimos las mujeres desde jóvenes: somos las “histéricas”, las alteradas, las trastornadas, en síntesis, irracionales. Los hombres en cambio, se supone que se caracterizan por ser sosegados, racionales y, si algún hombre se comporta “histéricamente”, es acusado de tener un comportamiento femenino, de algo impropio de los hombres.
Por último, el final del capítulo es coronado por un femicidio perturbador que nos ha desconcertado y definitivamente no nos causó risa. Según el equipo de Busca Consuelo, la comedia negra se ríe de todo, incluso de la muerte y busca generar en lxs espectadores una risa sobre ese hecho tan incomprensible que es la muerte. Sin embargo, en las películas o stands up en las que la muerte se vuelve el elemento cómico, se puede apreciar que el buen comediante, ese que realmente hace reír a lxs expectadores al final del chiste, no se ríe de la muerte en sí misma, sino del entramado social y cultural que lleva a una muerte incomprensible. Vuelvo a preguntarme ¿de quién se ríe la comedia negra? Cuando golpea con su chiste ¿apunta hacia abajo, hacia el oprimido, o hacia arriba, hacia el opresor? La comedia negra no apunta al alienado, sino a su opresor, es a éste a quien lo ridiculiza, lo cuestiona, lo expone como opresor. Por eso la comedia negra es una denuncia social. Sin embargo, en Busca Consuelo, se muestra a la “torta chonga” como una “femicida”, siendo que sabemos perfectamente que quienes nos matan impunemente cada día, que los femicidas son “los machos”. En el capítulo, falta ese cuestionamiento al responsable del femicidio, falta esa crítica al opresor que provoque una vuelta de tuerca sobre un hecho indignante, como lo es un femicidio, para que llegue a despertar una risa en lxs espectadorxs críticxs.
Retomando la cuestión de las representaciones, cuando pensamos en ellas tenemos que pensar en términos de los destinos. Vito Russo, en su libro «The celluloid closet» hace un repaso de las representaciones de las maricas en el cine estadounidense. Él dice que en los primeros años del cine, generalmente los gays y las lesbianas eran representadxs o con vidas miserables que les llevaban al suicidio. Que es lo mismo que hace Santa, victimiza a las lesbianas y hace que su destino sea ser suicida. O el otro papel que tomamos las tortas y las maricas en el cine, es ser lxs malxs, ser lxs asesinxs. Y Rigby como productora, no es la primera vez que aborda de manera estigmatizante a las lesbianas, para Rigby las lesbianas tenemos dos destinos, ser suicidas o asesinas.
RESPONDIENDO CRÍTICAS
Para finalizar, responderé las 4 acusaciones que nos hace el equipo de Busca Consuelo y sus defensores: 1) no saber distinguir la realidad de la ficción. Queda claro, ya, que sabemos perfectamente que su producto es una ficción, lo que ellxs no están entendiendo es que nuestra crítica va dirigida a esa ficción que produjeron. Les estamos diciendo que, como realizadores audiovisuales, tienen responsabilidad del discurso simbólico que transmiten, pues el arte, como todo lenguaje, también conlleva ideología. Son responsables no sólo de lo que producen, sino de responder y reflexionar sobre las críticas que reciben como artistas (públicxs) que son, cosa que no están haciendo, 2) que no entendemos qué es la comedia negra y que no tenemos sentido del humor: pues yo les exhorto a repensar de quién deciden reírse. Si el humor que hacen busca burlarse del alienado, del paria, definitivamente no nos hacen reír porque están reproduciendo lógicas discriminatorias y perpetuando prejuicios, ese humor tinellizante que es misógino, machista y lesbofóbico, no es el humor que celebramos. Y ahí hay un posicionamiento político que tomamos, tanto nosotres como ellxs, el cual se entronca con la realidad, 3) no criticar porque hacer cine en Tucumán cuesta mucho, sabemos perfectamente que realizar eventos, festivales, marchas, hacer cine, teatro, etc., de manera independiente y autogestiva cuesta mucho esfuerzo porque hemos estado y estamos en ese lugar. Nuestra crítica no pasa por alto el esfuerzo, pero no lo toma como justificación del contenido ideológico, 4) hagan ustedes arte y represéntense a sí mismxs, no nos den la responsabilidad de representarlxs. Es cierto que no tienen la responsabilidad de representarnos como nosotres queremos que nos representen, porque por suerte nos representamos día a día con nuestro activismo y nuestro trabajo, pero si son responsables de hacerse cargo de las representaciones que realizan y eso, como les dijo mi compañero, no lo hicieron. Eso hace que su humor sea totalmente de clausura no solo identitario sino de clausura de la crítica.