El arte drag nunca fue un arte de masas. Muy pocos son sus espectadores, y la mayoría de la gente incluso, desconoce de qué se trata. Es una actividad sumida siempre en la noche, con la finalidad de entretener y divertir en pubs, boliches y en teatro en algunas raras ocasiones. Es un arte que nace en la subcultura gay, ejercida por gays y para gays, siendo los boliches de este ámbito las cunas madre. Sin embargo, últimamente son varios los sectores que se han interesado en darle lugar en otros contextos, haciendo que las dragas empecemos a conquistar otros espacios: fotógrafxs que nos eligen para sus producciones, programas de radio y TV que llevan a drags icónicas para ser entrevistadas, eventos sociales que contratan drags para que los animen, boliches “heteros”, performances en festivales, etc.
“La presencia de una drag siempre genera muchas sensaciones de las más variadas, por el montaje artístico, por la energía, por su esencia transgresora.”
Sea el lugar que fuere, la presencia de una drag siempre genera muchas sensaciones de las más variadas, por el montaje artístico, por la energía, por su esencia transgresora. Es algo jamás antes visto, un arte que se monta sobre el cuerpo, siendo este su estructura, su lienzo, que sumado a su actividad viva (porque es un cuerpo vivo), produce un destello único en las retinas de quienes lo ven. En medio de todo este impacto visual hay algo latente, algo implícito que no siempre se hace palabra pero que se hace sentir, produciendo confusión, admiración, rechazo. Decimos que es transgresora, pero no solo del arte mismo (porque es un arte que camina), sino que además transgrede algo que nos atraviesa a todxs como seres humanos, algo que ha estado con nosotrxs desde siempre, algo que muchxs afirman que es un elemento político de control de los cuerpos, esto es el género: la masculinidad y la feminidad.

Si concebimos que la biología no es destino, que los géneros son construcciones culturales, que los cuerpos son plásticos y potencialmente capaces y deseosos de una multiplicidad de expresiones, y que las categorías de masculino y femenino los limitan, la drag es entonces una bomba al género. Según palabras de Oxiura Mallman: “lo drag es lo femenino en lo masculino”. El género es algo que tenemos tan anidado a nivel inconsciente, que ni siquiera la misma artista se percata de esto… pero ¡vamos!, por algo somos las maricas las que lo hacemos. Tenemos una vivencia distinta de nuestras feminidades que cristalizamos en nuestros personajes. Y toda esta experiencia, sumada al interés por los estudios de género, me hace dar cuenta de lo artificial que es el hombre y la mujer, entiéndase artificial como sinónimo de construcción humana.
El asunto con todo esto es que se establece un parámetro de lo “normal” en base a este ideal de género y quienes se salgan de la norma van a sufrir las consecuencias de la injuria, la marginalidad, la culpa y la vergüenza. Esto pasa cada vez que un niño desea jugar con muñecas y sus padres se escandalizan, cuando nos eligen el celeste o rosa desde antes de nacer, cuando somos “campeones” o “princesas” antes de haber hecho uso de nuestra primer palabra, y muchas tantas situaciones más graves de las que especialmente los putos, las tortas, y las travas sabemos bastante. La drag con sus pechos “varón”, su cabeza calva, su barba, y sus plataformas de 20cm. y su maquillaje de súper mujer está rompiendo con todas estas estructuras de moral conservadora, por eso puedo afirmar que la drag tiene una dimensión política, porque rompe reglas.
“La drag es entonces una bomba al género.”
En “Diario de una Drag” voy a desarrollar y discutir ideas sobre este tan misterioso y escandalizante arte que nos transmitimos de boca en boca y de ojo a ojo, y empezar a tener registros escritos sobre quiénes, para qué y por qué somos, porque lo que no se escribe es comido por el olvido de los tiempos.
