Por RYAN ROSCHKE
Publicado el 5 de septiembre de 2019 en el portal Popshugar Culture bajo el título Sashay Through the History of Drag Queen Culture
El nacimiento de la dragqueen
En Drag…, Baker dice que el crossdressing se mantuvo como una parte muy importante de la cultura del teatro hasta fines del siglo XIX, cuando comenzó a tomar una nueva forma. Las transformistas desarrollaron sus propios actos de vodevil, en los que creaban caricaturas de mujer. Jeffreys corrobora este hecho afirmando que el drag: “fue algo popular en numerosos teatros de vodevil de toda América desde principios del siglo XIX hasta fines de la década de 1930”. En aquel momento nacieron personajes burlones tales como “la jovencita” [“the wench”] y “la diva” [“the primadonna”]. Pero para encontrar las primeras iteraciones de la “dragqueen” tal y como la conocemos hoy, tenemos que hallar el momento en el que la cultura drag se convirtió en algo intrínsecamente ligado a la comunidad gay.
Jeffreys sostiene que este vínculo no llegó realmente sino hasta la década de 1930. “Antes de esto, el campo científico de la sexología se estaba formando y se comenzaba a hablar del ‘tercer sexo’”, dice. “El tercer sexo fue entendido como un hombre femenino o una mujer masculina, que deseaba a personas de su mismo sexo. Para la década del ‘30 estas discusiones científicas se habían trasladado al campo de la cultura popular y ligaban el drag a la homosexualidad”. Esta unión marcó un cambio: la cultura drag ya no pertenecía más a los hombres blancos y heterosexuales. Es en este momento en el que fuimos testigos del nacimiento de las verdaderas dragqueens. “Las dragqueens no son sólo hombres que visten y actúan de manera femenina, sino que tienen también alguna conexión con la escena gay”, dice Jeffreys. “Hasta que los bares gays surgieron (hayan sido clandestinos o legales), las dragas estaban limitadas a las fiestas privadas, en donde incluso era posible tener un allanamiento de la policía”.
Tuve suerte de recibir también de Jeffreys una lección rápida sobre las verdaderas primeras dragqueens gays:
“Las verdaderas primeras dragqueens fueron las de los bares menos recordados. José Sarria en el Black Cat de San Francisco de los 50s es, quizás, uno de los primeros ejemplos si vamos por esa vía. Había entonces, claro, otros hombres que hacían entretenimiento vestidos de mujeres: en este tiempo actuaban en lugares como el Club 82 en la ciudad de Nueva York, o haciendo giras por todo el país, como El Joyero; pero ellos actuaban ante una amplia audiencia heterosexual y quizás hasta se ofendían si se les llamaba ‘dragqueens’. Para ellos esto era algo despectivo, usado sólo para las chicas de bares o de la calle, amateurs al lado del transformismo que ellos ofrecían”
Jeffreys clasifica los diferentes tipos de drag que había en aquel tiempo. Mientras que las transformistas ya existían, las dragqueens eran nativas de los nuevos espacios gay-friendly que comenzaban recién a surgir.
La iteración moderna de las dragqueens se desarrolló en estos bares bajos durante las siguientes décadas. Mientra tanto, públicamente a las transformistas se les dio un toque cómico; el crossdressing fue usado en el cine y en la TV como un remate o un objeto de extrañeza. Un ejemplo clásico de esto es Una Eva y dos Adanes [Some Like It Hot] (1959),1 que es un absurdo, casi una historia shakespereana de dos hombres haciéndose pasar por mujeres. En Psicosis [Psycho] (1960) de Alfred Hitchcock, Norman Bates es un hombre trastornado que se viste como su madre antes de matar gente. ¿Acaso alguien puede olvidar esos chirridos espeluznantes al momento de correrse la cortina y revelar la peluca fea que tiene puesta Norman Bates en la cabeza?
Estas incursiones cinematográficas tienen, además, sus remanentes shakespereanos: Noche de Reyes [Twelfth Night, or What You Will, 1599] y Como les guste [As You Like It, 1599], ambas con tramas que involucran transformismo, fueron adaptadas al cine en la década de 1930. Hay muchos más ejemplos de este tratamiento mainstream del drag, pero hubo un punto en el que las dragqueens de la comunidad lgtbq+ pasaron a ser el centro de la atención.
La Revolución del Drag (El Renacimiento RuPaulense)
Ahora que nos aventuramos por el último tramo del siglo XX podemos ver ya cómo las dragqueens finalmente comienzan a ser más visibles dentro del arte y la cultura. Jeffreys me dijo que “el drag fue un movimiento poderoso en la ciudad de Nueva York durante fines de la década de 1980 y la década de 1990, debido en gran parte a la escena performer explosivamente experimental de East Village,2 y sus productos culturales tales como el Pyrimid Club y el Festival Drag Wigstock que se hacía todos los años”.
En aquel momento ya las dragas habían comenzado a juntar una gran audiencia, y comenzaron a emerger las primeras dragas icónicas: Divine fue una leyenda salida de Baltimore (Maryland, EEUU), quien trabajó mucho al lado del director de cine John Waters.3 Hay algo sorprendente en esta draga de 140kg a la que no le importaba una m*erda el qué dirán (ella come caca de perro frente a cámara en primer plano, al final de Pink Flamingos). Este tipo de capacidad de shock es intrínseco a un personaje drag. El porte increíble de Divine sirvió incluso de inspiración para el personaje de Úrsula, la bruja del mar en La Sirenita. Según se sabe, ninguno de los personajes que fueron diseñados para Úrsula funcionaron, “hasta que un ilustrador llamado Rob Minkoff dibujó una vampira con sobrepeso, y todo el mundo estuvo de acuerdo en que se parecía mucho a Divine”.
Y hablando de Wigstock -que Jeffreys mencionó en la charla sólo al pasar- Lady Bunny fue la fundadora y creadora del evento. En Drag Diaries, ella nos cuenta su primera actuación en la Ciudad de Nueva York, historia que muestra cuán predispuesta está una dragqueen para ponerse en ridículo. Porque una dragqueen te desafía a reírte con ella y de ella, y es esto lo que la hace tan llamativa y cautivante. “Mi primera actuación en Nueva York fue haciendo un lipsync de ‘I Will Survive’ en el Pyramid. Era una draga tan inexperta que los reflectores me dejaron ciega y me caí del escenario”, recuerda. “De alguna forma me las arreglé para volver a subir, pero con la peluca torcida y un zapato menos, y terminé mi número que fue un deleite para todo el mundo. Después de esa noche me volví una figura del Pyramid por los siguientes seis o siete años”.
Más adelante en esa misma entrevista, Lady Bunny cuenta sobre la vez que fue tomada de punto para la violencia. Una vez más, ella encarna el espíritu feroz e indomable de alguien que está muy segura de ser quién es, de lo que hace y de que nada podrá hacerla caer:
“Se me veía clarísimo en un video que sacaron unos grupos religiosos en el que intentaban mostrar cuán retorcidos éramos los gays y cómo debían detenernos. Pasaban unas tomas de Wigstock del año que fue en Union Square (…) Las señoras en la iglesia lo veían, movían sus cabezas [indignadas] y revolvían sus carteras para dar una colaboración para deshacerse de mí y de la gente como yo. ¡A mí me encanta la idea! Pero no me estaría yendo a ningún lado. ¡Van a tener que hacer una colecta mucho más grande para deshacerse de mí!”
Hay muchas más dragas históricas como Dame Edna (de Australia), Pepper LaBeija (también llamada la Reina de los Drag Balls del Harlem) y Flawless Sabrina (historia sobre la que leí este mismo año de la mano de la fantástica Zackary Drucker).
Fuente: Getty / Corbis
Cuando las verdaderas dragqueens salieron de las sombras, el mainstream continuó pintando más retratos de transformistas. Pero hubo un cambio notable. Una dragqueen no era más que un remate, una creatura descomunal a la que apuntar con un reflector. Nuevas películas tales como Las Aventuras de Priscila, la Reina del Desierto (1995), mostraron a las dragas bajo una luz más cálida. Hubo documentales también en esta época. La historia lgtbq+ fue documentada de formas en las que nunca antes había sido retratada.
Paris is Burning (1990)4 hace una crónica de los drag balls del Harlem que mencionamos antes, donde Pepper LaBeija fue la reina Suprema. A medida que nos adentramos en este mundo tan particular somos testigas de la verdadera historia artística de un drag ball, que fue como un evento deportivo de la comunidad lgtbq+. Estos balls fueron un espacio seguro para quienes buscaban expresarse y encontrar una forma de escape.
Pero Paris is Burning ofrece mucho más que eso. Estos temas, una vez más, demuestran lo que es ser una dragqueen: ser segura y tener, con mucho entusiasmo, una fe inquebrantable en sí misma. En este documental, que nos muestra destellos de la cultura drag, recibiremos citas icónicas a troche y moche:
“De ahora y por los próximos 40 años o más, yo voy a estar aquí -dice Pepper LaBeija- ¡Voy a vivir! ¿Y aquelles niñes que no pueden creer cómo es que puedo todavía verme tan joven? ¡Ja! ¡Que sufran! Ni bolsas, ni arrugas. Besitos”.
Fuente: Everett Collection
“El shade viene del reading. El Reading siempre está primero. El reading es el verdadero arte del insulto -dice una draga llamada Dorian Corey en otra parte del documental- (…) Hacés un comentario sarcástico, por el que todo el mundo ser ríe y chismosea, porque le encontraste el bache y lo exageraste, eso quiere decir que estás haciendo un buen reading. ‘Yo no te digo que sos fea, porque no necesito decírtelo: eso vos ya lo sabés.’ Eso es un shade”.
A medida que avanzamos, estos aspectos de la cultura drag prevalecen todavía más. Después de todo, hasta RuPaul’s Drag Race tiene un desafío de reading en todas sus temporadas.
Está también Wigstock: The Movie, de 1995, que nos da de manera similar un vistazo hacia un lugar seguro para el arte, el amor y la expresión. Aquí podemos ver a dragas expresándose verdaderamente a sí mismas de manera segura y sin limitaciones. Esto marcó un nuevo tipo de liberación hacia dentro de la comunidad drag, una experiencia que las dragqueens no habían tenido antes.
Luego, por supuesto, nos encontramos con RuPaul, quizás la dragqueen más famosa de toda la historia, que ha construido un imperio sin precedentes. Fue muy conocida en la escena de Nueva York, pero su gran oportunidad -muy largamente meditada- llegó en 1989, con el estreno del video musical “Love Shack” de les B-52s. De ahí en más con su video “Supermodel” de 1993 -que tuvo un impacto muy positivo- fue todo cuesta arriba. Pero fue la habilidad de Ru para mantenerse frente las cámaras lo que la hizo seguir siendo relevante. Después de todo, llegó a alcanzar en su currículum actoral más de 65 apariciones a lo largo de toda su carrera.
(Traducción por Patricio Dezalot para La Cascotiada)
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- Fue muy famosa en aquel entonces por haber sido protagonizada por Marilyn Monroe. En la historia dos hombres se visten de mujeres para escapar de la mafia. A su vez, esta película es, en realidad, un remake de la película francesa Fanfare d’amour (1935). Un dato curioso es que en 1986 esta película tuvo su adaptación al teatro en Argentina con Susana Giménez como protagonista.
- East Village es un barrio bajo de Nueva York muy reconocido por su vida nocturna, reconocido aquella época como el epicentro del ambiente punk.
- Divine trabajó en toda la gran y ya clásica “Trilogía Trash”, de culto en el cine underground: Pink Flamingos (1972), Female Trouble (1974), Desperate Living (1977), además de tener uno de los protagónicos en Hairspray (1988).
- Paris is Burning fue filmado en la segunda mitad de la década de los 80s retrata la subcultura ball o ballroom, a través de entrevistas a sus exponentes más destacados de cada una de las houses: Pepper LaBeija (de la House of LaBeija), Dorian Corey (de la House of Corey), Angie Xtravaganza (de la House of Xtravaganza) y Willi Ninja (de la House of Ninja). La escena ball de Nueva York fue atravesada por la crisis del Sida de manera muy profunda, y muchxs de sus grandes exponentxs murieron, la serie Pose retrata esta historia.