Trabajadora sexual, feminista y sindicalista
Georgina Orellano es la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), organización que hace veinte años nuclea trabajadoras sexuales organizadas en la lucha contra la estigmatización, el abuso y la violencia institucional que padecen.
En consecuencia de la falta de un marco legal que reglamente su trabajo, y en contraposición a un sistema penal que lo criminaliza, AMMAR se organiza siendo parte de la CTA de los trabajadores, y de la Red de Trabajo Sexual, conformada por organizaciones de toda América Latina. La asociación está mayormente compuesta por mujeres de todo el país que ejercen el trabajo sexual de forma autónoma y por elección propia. Es así que para afianzar su demanda de acceder a los mismos derechos que el resto de lxs trabajadorxs de todo el país, han conformado un sindicato cuyo principal desafío es la derogación de artículos de faltas y contravencionales, los cuales otorgan poder a la policía para coimear y perseguir.
Uno de los mayores obstáculos para el reconocimiento de los DDHH y laborales de lxs trabajadorxs sexuales es la constante equiparación existente entre trata y prostitución, proveniente tanto de las estructuras del Estado como de diferentes sectores sociales, entre los cuales se encuentra el feminismo abolicionista. A raíz de esto, el estigma cae sobre lxs propixs trabajadorxs sexuales, y no les permite trabajar libremente, con derechos y el acceso a una salud integral garantizados.
La sindicalización y la organización han permitido a lxs trabajadorxs de AMMAR la consecución de importantes logros, como la derogación de los edictos policiales en la Ciudad de Buenos Aires, y los códigos contravencionales que criminalizaban el trabajo sexual en Entre Ríos y Santa Fe. Pero principalmente les permitió abandonar la automarginación a través del empoderamiento de sus corporalidades, y la conformación de sus identidades autopercibidas como trabajadorxs. Esto lo afirman lxs propixs miembrxs de AMMAR.
¿Qué significa AMMAR para vos?
Para mí la organización es mi segunda casa, es un lugar que en principio me contuvo, ahí cuando nos reunimos con lxs demás compañerxs no tenía que andar escondiendo mi profesión, ni mintiendo u ocultando mi identidad. Todas pasábamos por lo mismo, a todas nos atravesaba el estigma, y militar en una organización que respeta tu identidad política como trabajadora fue lo que hizo que me sume a la causa y me ponga la camiseta.
¿Cuáles son los principales objetivos de la organización? ¿Y qué cosas actúan como obstaculizadores de los mismos?
Desde AMMAR defendemos tanto los derechos humanos como laborales de nuestro sector. Luchamos por el reconocimiento de nuestros derechos y por obtener un marco legal hacia nuestro trabajo, creemos que esa es la herramienta para poder exigirle al Estado y demás organismos estatales que nos dejen de perseguir, coimear, y poder acceder a derechos como obra social, jubilación, luchando contra el estigma y discriminación. El mayor obstáculo que tenemos es que hay un sector de la sociedad que sostiene que lo que nosotras ejercemos no puede considerarse un trabajo. Sus argumentos se basan en que no es una elección libre, que siempre es violencia. Creo que el movimiento de mujeres cometemos un grave error allí, porque siempre nos centramos en discutir si el “trabajo sexual” es o no un trabajo y perdemos el eje en ver de qué forma poder construir una agenda para luchar por lo que nos pasa ahora a nosotras. En 19 provincias siguen vigentes artículos de faltas. En provincias como San Juan y Mendoza las compañeras van presas 30 días, en Capital Federal tienen que pagarle a la comisaría $ 1000 por semana. A eso sumale el jefe de calle, brigada, etc. Y toda la violencia que vivimos por no estar amparadas por el Estado. No es ilegal el trabajo sexual, pero tampoco está permitido, y hoy por hoy todos los ámbitos donde se puede ejercer están criminalizados.
¿Cómo es que llegaste a formar parte de la organización y luego a presidirla?
Comencé a militar en AMMAR en el año 2010. Primero tímidamente participaba de charlas que AMMAR brindaba en la zona de trabajo y en una de esas charlas junto a mis compañeras planteamos un problema que teníamos con un vecino, entonces AMMAR rápidamente nos dio una respuesta. Sentimos en ese momento que alguien se preocupaba por nosotrxs. Como forma de agradecimiento comenzamos a participar de actividades que se realizaban en la sede de la CTA.
Ese mismo año hubo elecciones en la zona donde yo trabajaba y fui elegida delegada por mis compañeras. Para asumir tanta responsabilidad comencé a formarme, y ahí fui invitada al Encuentro Nacional de Mujeres, que ese año se realizó en Paraná, Entre Ríos. Ese fue mi primer encuentro con el feminismo y me partió la cabeza ver tantos colectivos de mujeres, tanta militancia me transformó internamente, entonces me dije “este es mi lugar de acá no me voy más”. Y es así como comencé a militar en AMMAR. En 2011 fueron las elecciones de la filial y me eligieron como tesorera. A finales del mismo año hubo elecciones, esta vez a nivel nacional, y nuevamente fui elegida como tesorera de AMMAR Nacional. Yo llevo la militancia en la sangre, mis viejos son peronistas, hasta se casaron un 17 de octubre. Siempre me gustó leer, escribir, y eso lo potencié con la ayuda de la organización y de las compañeras.
En marzo del 2014 hubo elecciones a nivel nacional y fui elegida como Secretaria General. Sólo puse como condición que quienes me eligieron no me dejaran sola, porque es mucha responsabilidad ser secretaria a nivel nacional.
Hace cuatro días hemos sido reelegidas y haber generado esa confianza en las bases es el mejor premio que a una le pueden dar. Ahora trabajaremos para formar a otras compañeras para que continúen al frente. Nosotras sostenemos que tiene que haber también un recambio, no podés quedarte tantos años en el sillón, eso no le hace bien al movimiento de trabajadoras.
¿Cuál crees que es hoy la mayor lucha de lxs trabajadorxs sexuales?
La mayor lucha de nuestro sector es la visibilidad, el hacer escuchar nuestras voces, nuestras demandas, poner en agenda nuestra problemática, no es fácil. Hay muchos que no quieren darle voz a las trabajadoras sexuales porque significa darle identidad política como trabajadoras, otros no quieren que seamos visibles porque dejamos al descubierto sus negocios y el atropello policial que al estamos expuestas constantemente.
¿Cuáles son los beneficios que ofrece AMMAR a aquellxs trabajadorxs que quieran afiliarse?
Ser parte de AMMAR te da el apoyo y respaldo de una organización nacional que tiene 21 años. Ofrecemos asesoría legal gratuita, y acompañamiento por parte de la organización frente a situaciones de violencia institucional, ya sea el allanamiento de tu vivienda, la clausura de la misma. El pago de coimas, los robos de pertenencias personales en procedimientos policiales, situaciones del no pago de alimentos con los hijos, etc. También entregamos preservativos masculinos y femeninos de manera gratuita, brindamos charlas informativas sobre derechos, salud sexual y reproductiva, género. Hacemos derivaciones a centros de salud y hospitales sensibilizados para atender a nuestra población, asistencia en problemáticas habitacionales, etc.
¿Cuál crees que es el estigma más grande que hoy pesa sobre ustedes y su profesión?
El estigma más grande al que nos enfrentamos a diario es el Estigma <em>Puta</em>. No es fácil reconocerse como Trabajadora Sexual en una sociedad donde siguen arraigados patrones culturales machistas. Nuestro trabajo está atravesado por un imaginario social donde prima el desconocimiento y la moral cristiana. Se habla, se piensa, se intenta decidir y pensar qué sería mejor para nosotras, todo lo hacen por nosotras, pero sin tener en cuenta nuestras voces y nuestras decisiones. Te ubican al mismo tiempo en el papel de víctima, incapaz e impura. Se piensa o que lo hacemos por pobres porque que no nos queda otra, o se va hacia el otro extremo “lo hace porque le gusta la plata fácil”, jamás nos ubican como mujeres sujetas de derechos. El trabajar con la sexualidad, ponerle precio a lo que social y culturalmente a las mujeres nos inculcaron que debemos ceder gratuitamente, tiene este tipo de consecuencias. Vivimos ocultas, mentimos que trabajamos de otra cosa para no ser discriminadas o excluidas de nuestras propias familias. Vivimos con culpa, la culpa que los demás cargan sobre nosotras, las miserias que una parte de la sociedad tira sobre nuestros cuerpos. Ese es nuestro mayor estigma, el Estigma Puta.