El espacio Casa Coronel, en el que están actualmente, tiene fallas estructurales, por lo que deben desalojarlo y encontrar un nuevo lugar. Los tiempos de bolsillos flacos y puertas cerradas, un gran problema a sortear.
En a fines de julio de 2018 inauguró la Biblioteca Ayelén, un espacio cultural impulsado por activistas LGTBIQ+ que hoy corre peligro por la falta de un inmueble para armar un nuevo hogar.
Desde su fundación, la Biblioteca Ayelén funcionó en Casa Coronel (Chacabuco 476), un Sitio de Memoria que les cedieron y al que le pusieron mucho amor (y mejoras como el de las instalaciones eléctricas y otros detalles). Sin embargo, en el último tiempo surgió un inconveniente inesperado: el inmueble tiene fallas estructurales, sobre todo en el techo, por lo que debieron cerrar las puertas.
Andy Díaz, integrante del espacio, explicó que Defensa Civil detectó las fallas y que, si bien no tienen un plazo específico para desalojar la Biblioteca Ayelén, les urge encontrar un nuevo lugar.
Claro que entre la pandemia, los aumentos generalizados y la amplia gama de problemas que enfrenta la sociedad en general y el colectivo LGTBIQ+ en particular (sobre todo en Tucumán y el norte), encontrar un inmueble apto para que funcione la Biblioteca Ayelén se convirtió en una tarea titánica.
La Biblioteca Ayelén nació en 2018 como una iniciativa del Centro Trans de Educación a Puertas Abiertas (CETRANS). Fue bautizada así en memoria de Ayelén Gómez, víctima de travesticidio en 2017. “Aquí se puede encontrar bibliografía que no hay ningún otro lugar del NOA”, contaba Fabián Vera Del Barco, uno de los impulsores del espacio, en vísperas de su inauguración.
Andy también contó que mucho del material que poseen con la Biblioteca Ayelén está todavía en Casa Coronel, como también parte del mobiliario. Sin embargo, otra parte del material bibliográfico, sobre todo los libros queer, están en protegidos en Adiunt.
“Tenemos 4 mil titulos más, aparte de los libros queer, los tenemos en la Casa Coronel”, contó Andy, que durante la pandemia se encargó de coordinar los préstamos del material bibliográfico que está en la biblioteca.
Si bien desde Biblioteca Ayelén lograron armar su página web e impulsar también un “delivery de libros”, tener un espacio físico para funcionar resulta urgente. “A veces llegan las personas del colectivo que no tienen a dónde ir, ese es el hacer nuestro”, comenta Andy.
Un cambio social a través de la cultura
La Biblioteca Ayelén, cuenta Andy, se convirtió en un espacio de consulta. “No tan solo está pensada para nuestros compañeres del colectivo, sino también para las personas que están en los distintos ámbitos académicos”, comenta. De hecho, allí solían recibir a tesistas que realizan investigaciones vinculadas con problemáticas LGTB.
“También estamos atendiendo las demandas del sector académico; entonces el espacio físico es vital. Surgen ideas que transforman y eso para nosotres es muy importante, es el cometido de nuestra vida”, insiste Andy.
Así, piensa la referente de la Biblioteca Ayelén, se aporta a generar un cambio social que no solo ofrezca una sociedad más igualitaria, sino también más equitativa. “Podemos tener los mismos derechos, pero las trayectorias vitales son distintas”, explica.
En ese sentido, además de brindar respuestas a problemas inmediatos (como la entrega de módulos alimentarios durante la pandemia o el registro de la situación del colectivo en estos meses), uno de los grandes aportes de la Biblioteca Ayelén es el de brindar herramientas para avanzar hacia la equidad. “A las instituciones les falta un montón, en Tucumán está de más decir lo que significa ser una persona que perteneces a la diversidad sexogenérica”, lamenta Andy, que viene de la rama de la literatura.
Con los bolsillos flacos y el corazón roto
“La semana pasada ha sido una semana de ir a ver lugares y salir con el corazón roto porque no nos alcanza”, dice, sincera, Andy. Un alquiler, mínimo implica el desembolso de 60 mil pesos contantes y sonantes. Más los 20 mil pesos mensuales que hay que pagar (si se encuentra uno accesible).
Por eso buscan asociarse con otros espacios del palo o cruzar los dedos para que algún organismo ayude a empujar alguna puerta para se abra. Por supuesto, también suma mucho la llegada de nuevos socios que por 200 pesitos mensuales tienen acceso a más de 4 mil títulos.
En cuanto a los requerimientos, como Biblioteca Popular es requisito que tengan salida a la calle. Por otra parte, señala Andy, el espacio solo necesita estar abierto cuatro horas, de 16 a 20. “Estamos golpeando las puertas a ver quién nos atiende. Para nosotres lo más importante es el espacio físico por donde sea, por donde venga, para poder continuar con nuestra tarea dentro de este contexto”, dice con despacio, pero con angustia, Andy. “Necesitamos que circule el material, que el material esté circulando como ha circulado todo el tiempo”, cierra la bibliotecaria que teme por la posibilidad de que Ayelén entre en agonía.