Conocí a Ioshua en el año 2012, en Tucumán. Compartimos una cerveza en un bar del centro. Creo que fue Fito quien tuvo la idea de invitarlo, y nosotras le ofrecimos presentar una peli cuyo título no logro recordar, tampoco es importante. Era una de esas noches oscuras y frías, domingo desierto en la ciudad, de esos días en los que solo salís porque tenés un buen plan (nada de andar en la búsqueda de grandes casualidades). De hecho, el primer recuerdo que guardo de Ioshua se parece bastante a la noche en la que lo conocí: la oscuridad y el frío.
Llegué al bar y lo encontré, un rostro sin edad en un cuerpo viejo y gastado que necesitaba de un bastón para sostener su andar. La voz no la recuerdo, dicen que es lo primero que se olvida. Tampoco recuerdo precisiones sobre la conversación, pero sí las sensaciones que me produjo, y el boquetito que le abrió a mi mente enana su angustia existencial, el sinsentido desde el que se mostró. Dicen por ahí que no era su mejor momento.
Estoy en Paz
Estoy en paz
Los espíritus me han mostrado el camino.
Estoy en paz
Las luces me lo han iluminado.
Me han alimentado una manada de lobos
Y estoy en paz ahora.
Todo se oscurecerá
He dejado de ser quien fui.
Estoy en paz
Los aullidos me han mantenido despierto y tantas
Veces arrojé mi cuerpo al abismo que ya conozco
Bien el rumbo de la caída.
Pero estoy en paz[1].
Puesto Ioshua
El 7 de septiembre, entré a otro bar para encontrarme con Ioshua. Llegué con la curiosidad de quien acude a un reencuentro, aunque esta vez la cita sería en Buenos Aires y ya sin él, sino en un pleno con su obra. Ese miércoles se inauguró el Puesto Ioshua, [2] “…para reunir alrededor a los amigxs, conocidxs y desconocidxs wachines de Ioshua”, como dice el fanzine que me traje de recuerdo.
El espacio, organizado por el grupo “¿Qué es un hombre?”[3], se propone como un algo en construcción que aspira a hacerse un todo en el aporte performático de quienes se acercan: una obra, una anécdota, un dato, una emoción que quedó arrinconada en la memoria y algo tuvo que ver alguna vez con este pibe del conurbano al que le crecía el artista multifacético mientras se hacía amar y odiar (a veces en un mismo movimiento), y se perdía, por momentos, en lo más profundo de la merca. Y claro, la actualización del sentimiento para lxs viejxs y la novedad de la emoción para lxs recién llegadxs, devienen en una contingencia exquisita y única que, al menos a mí, me movilizó en lo profundo y me obligó a repensar mi llanto del día en que supe de su muerte, en 2015.
Lo más lindo del Puesto Ioshua es que viaja. Se va armando en cajita que amontona un rejunte de sus producciones publicadas y el aporte del archivo personal que cada quien acerca. Y, así, reúne fragmentos de las distintas caras que tuvo el hombre aquel que supo hacer un mito de su persona, y perdura, y sigue su travesía. Se trata de un homenaje itinerante como forma de sostener una imagen viva. Y es que queremos tanto mantenerlo vivo porque su demanda constante de encuentro, sus experiencias de desamor, del desapego, o de la brutalidad, quedan chiquitas en contraste con la ternura, el cuidado del otro, y la eterna búsqueda del amor que encuentro en sus poesías y dibujos, como rayito de sol en un campo minado y lleno de mierda.
Todxs necesitamos amor
Cuando Ioshua me habló del amor, me costó creerle. Aunque no lo conocía, ni a su historia, alguna vibración trascendental me habrá llegado y tal vez fue lo que causó el boquete que luego se convirtió en ventana de entrada. Lo cierto es que la que a primera vista me había parecido una figura impostada, fue resquebrajándose y dejando entrever un atisbo de ternura debajo de la coraza dura. Suficiente como para encender la chispa de la curiosidad.
Luego vino el extrañamiento de descubrir su mundo. Una vez que pasás las tachas, entrás como a tu casa y te cuesta salir de él. Es la bestialidad de un deseo irreprimible expuesto sin velos, casi como un agujero negro que te chupa y no te devuelve sino en algún aspecto distinto. Ya entraste en otra dimensión. Ese mundo que te sonaba lejano, abstracto y ajeno, ahora te es familiar, no solo porque entendiste su código, sino también porque alguna vez seguro te sentiste igual.
“Pero yo, como cualquier otro, solo quiero lo que cualquier pibe quiere en esta re puta vida: que al menos una vez, una tarde, venga a buscarte el varón que te gusta para llevarte a pasear en su bici y tomar una birra hablando giladas y dar vueltas por ahí. El amor, posta, se siente como ir sentado en el caño de la bici del pibe de tus sueños. Sí. Así. Sintiendo su pecho cumbiero hinchándose en tu espalda y su voz… su voz humedeciéndote el alma y canchereando al pedalear…”[4].
Cuesta creer a veces en quien llega desnudo, como con el corazón en la mano, y te señala lo que tenés al frente y no habías sabido ver.
Ioshua / Josué Marcos Belmonte
Nació en Haedo el 4 de septiembre de 1978. Fue un niño golpeado que llegó a la calle a los 14 años. Se prostituyó. Fue artista. Dirigió su propio su sello discográfico y editorial, Deforme RCS & TXT. Fue cantautor de la banda Corazondeninio. Fue DJ y solista electrónico, algunos de sus nombres: Canibalistikum, Cadaver, Dishei Alkoliko, X_X, Cumbiagei o El mal es hombre. Publicó fanzines: RevistitaDiy, DFR, Putoelquelee, Homozine, Opposite to straight, Homociones, U R Not Alone, Si te cabe. Fundó la corriente literaria Nueva Prosa Argentina. Publicó libros de poesía y dibujo como Eat my ass; Jinetero; Tom’s; Not dead; Pija, birra y faso; Los putos; Para los pibe; Luz y fuerza; Es la noche que brilla en tus ojos; Loma hermosa; El libro negro; El violeta es el color del odio; A quien me ame; Malincho; Yo no hice nada y muchas otras publicaciones manuscritas, sin sello y de libre e irrastreable circulación. Co-editó la Revista Ají. Fue diseñador gráfico y artista plástico, realizó numerosas muestras, instalaciones e intervenciones urbanas. Creó el cómic Cumbiagei. Realizó video arte, fotografía y periodismo. Fue fan del heavy metal y activista (Publicó Clasismo homo. Política de géneros, identidad y revolución). Murió el 25 de junio de 2015 en Merlo, sin familia y sin dinero. Lo acompañaron y despidieron sus amigxs.
[1] De Ioshua, escrito aproximadamente en 2013 como boceto para un fanzine. Cuando ya estaba cansado de ser el personaje que había construido y trataba de rearmarse en sí mismo, Josué Marcos Belmonte.
[2] https://www.facebook.com/Puestoioshua-1046409408741940/
[3] Proyecto artístico que desarrolla e investiga esta pregunta a través de diversas intervenciones culturales, sociales y políticas. Desde la pregunta, apuesta por conmover la hegemonía basada en la heteronormatividad. Colabora en la lucha de género, liberando al hombre del hombre. El grupo está integrado por Marcos Perearnau, Cecilia Sabatino Jitric, Nicolás Lodigiani, Cynthia Castoriano y colaboradorxs que se suman en cada proyecto.
[4] Extracto de “Amor en bici”, de Ioshua, publicado en http://pijabirrafaso.blogspot.com.ar/ en julio de 2008.