Cruzadas fue un grupo de mujeres lesbianas y bisexuales político y autogestivo, que surgió en San Miguel de Tucumán a mediados de 2009 y se disolvió en 2012. Fue un espacio de encuentro en el que participaron mujeres cuya experiencia trascendió los límites de su conformación inicial. Se trató de un entramado de elementos y causalidades complejas en las que, a partir de un filtro de origen -la orientación sexual de sus integrantes-, se propuso la realización de acciones públicas vinculadas a la reivindicación de una sexualidad no heteronormada.
Reflexionar acerca de cualquier grupo implica pensar en su historicidad y en la de las personas que lo conforman, en sus experiencias previas y en las formas en las que estos elementos fueron cohesionándose para dar forma a una grupalidad más o menos institucionalizada. En el caso de Cruzadas, implica retornar a Tucumán en un contexto previo a la sanción de la Ley Matrimonio Igualitario. En aquel momento, si bien ya existía algún que otro espacio dedicado a la promoción de la diversidad sexual, no había en la provincia un espacio específico en el que hablar de lesbianismo entre lesbianas. Así, ante esta ausencia, la agrupación surgió del sentimiento común de singularidad de sus integrantes, se manifestó en la necesidad de un punto de encuentro por fuera del circuito nocturno y rápidamente se convirtió en espacio de contención y difusión de información que copó bares y plazas céntricas e hizo de sus actividades actos manifiestamente políticos.
“El poder pensarse a sí mismas a través de la grupalidad como actoras políticas con cierta capacidad de incidencia en lo público fue una de las más relevantes.”
A lo largo de su trayectoria, se pueden identificar diferentes etapas en el grupo, etapas que se diferencian a partir de considerar quiénes lo integraron, cómo se relacionaron entre ellas, qué actividades fueron llevando adelante, su relación con la agenda pública y con otros grupos de la provincia. En este sentido, debe decirse que si bien el número de integrantes de Cruzadas fue variando a lo largo del tiempo, se constituyó en una agrupación de alrededor de 8 personas más o menos estables, estudiantes universitarias de entre 20 y 33 años, todas residentes dentro del Gran San Miguel de Tucumán, que, salvo algunas excepciones, en general no contaban con experiencia previa de militancia, e incluso es posible decir que compartían una percepción de la participación política, como algo vaciado de sentido, aunque fuera apartidaria. Así, entre las construcciones grupales que se llevaron adelante, el poder pensarse a sí mismas a través de la grupalidad como actoras políticas con cierta capacidad de incidencia en lo público fue una de las más relevantes.
Como se mencionó, entre las motivaciones de quienes hicieron Cruzadas desde un primer momento, se encontraba presente la convicción de la falta de espacios específicos para lesbianas por fuera del circuito nocturno. Así, en una primera etapa, siendo la contención y la difusión de información las principales funciones del grupo, llevaron adelante muy pocas actividades externas.
“Las acciones que se desarrollaron tendían explícitamente a mostrar que el lesbianismo existía en San Miguel de Tucumán, y lo hacían en todos los ámbitos que se ofrecían como posibles.“
Es a partir de la realización del Encuentro Nacional de Mujeres en Tucumán (octubre de 2009), que el grupo amplía y diversifica sus horizontes, iniciando una serie de eventos públicos (ciclos de cine, intervenciones públicas en efemérides destacadas, interacción con otros grupos de la provincia y de otras provincias). Esta instancia implicó pensar el grupo como un espacio de formación y debate, de visibilidad y denuncia, y fue el inicio de la toma de conciencia de lo político como parte fundante de su práctica. Sin embargo, también significó una fractura interna, puesto que no todas las chicas que integraron el grupo pudieron o eligieron participar de la misma manera, ni estuvieron de acuerdo con el devenir político que la agrupación fue adoptando. En un tercer momento, el grupo se subió al tren de lo público: festivales por la diversidad sexual, “mateadas” abiertas en plazas, ciclos de cine temáticos, presentaciones en espacios académicos, acciones planificadas conjuntamente con otras organizaciones durante los meses previos a la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, articulación de talleres temáticos, e incluso la organización de una muestra artística, buscando siempre la mayor cobertura posible de medios masivos de comunicación.
Esta última etapa fue la superación de la tensión y la imposición de la visibilidad como norma hacia el interior del grupo. Las acciones que se desarrollaron tendían explícitamente a mostrar que el lesbianismo existía en San Miguel de Tucumán, y lo hacían en todos los ámbitos que se ofrecían como posibles. La búsqueda activa de incluir o abrir espacios de contención para personas externas se relacionaba con esta búsqueda de concienciación, tanto de sí como de quienes lo rodeaban. Incluso buscaron replicar la experiencia inicial del grupo, aquella instancia de contención colectiva que recordaban de manera positiva, en la vida de otras personas.
Matrimonio igualitario
Los meses previos a la sanción de la ley de matrimonio igualitario (julio de 2010), en la provincia fueron organizadas diferentes instancias de promoción y debate en torno la causa, tanto a favor como en contra de la iniciativa. Algunos de estos espacios fueron promovidos desde organismos estatales, como los debates públicos que se llevaron a cabo en diferentes ciudades del país, y muchas otras actividades fueron lideradas por organizaciones de la sociedad civil de muy diversa índole. En Tucumán, agrupaciones como Tucumán Diverso, el Club de Osos (capítulo local de una organización nacional), o el Foro por la Diversidad (promovido por el INADI), circunscribieron sus actividades a este período. Asimismo, las organizaciones feministas y de mujeres de Tucumán participaron de las acciones que se desencadenaron en este contexto, apoyando la iniciativa. En este escenario, Cruzadas fue convocada para participar en el Foro por la Diversidad, del que formó parte durante un breve tiempo y encabezó, desde dentro del mismo o en alianza con él cuando se hubo separado, una serie de acciones tendientes a sensibilizar a la sociedad en general en torno a este hecho. Así, el grupo lideró la organización de marchas públicas en el centro de San Miguel de Tucumán, espacios de debate en escenarios académicos, difusión de información en espacios de circulación nocturna (boliches), entre otras actividades.
“La superación del miedo fue colectiva y la visibilidad fue la convicción que motorizó la lucha.”
Una vez que la modificación de la ley estuvo aprobada, en el grupo se llevó a cabo un proceso de reflexión en el que surgieron posturas diferenciadas respecto a la concepción del matrimonio. Si bien coincidían en el reconocimiento de la desigualdad que atravesaban las personas homosexuales, y compartían la convicción de que la libertad es el fin al que debían guiarse sus acciones, no compartieron su concepto de libertad ni identificaron los mismos caminos válidos para alcanzarla. La percepción diferenciada del matrimonio como institución inclusiva o como institución opresora, en un contexto dominado por la vertiginosidad de los hechos y la falta de solidez de la organización grupal fueron el anticipo del final que aún tardaría un tiempo en llegar.
Cierre
Cruzadas acompañó la “salida del closet” de sus integrantes como parte de un proceso de consolidación de una organización y de transformación de una realidad, como la asunción de una normalidad otra. La experiencia del grupo relativizó las convicciones previas de quienes lo conformaron y las transformó en saberes nuevos: la superación del miedo fue colectiva y la visibilidad fue la convicción que motorizó la lucha.
Cruzadas posibilitó a sus integrantes alcanzar un grado de satisfacción personal respecto de su sexualidad en el que la percepción de la singularidad dejó de ser tal, la experiencia de la grupalidad transformó su sentir. Compartir una orientación sexual no fue suficiente para consensuar un camino de lucha política. Así, Cruzadas acabó por retornar al punto de origen y se consolidó como lo que actualmente es: un grupo de amigas.