Introducción
por José Saravia (Octubre de 2016)
Revista Basta fue, quizás, una de las primeras publicaciones gráficas emparentada con los fanzines punkies que se editaron en Tucumán, ya que, si bien explicitaba que era una revista, estaba fotocopiada, no usaba color sino escala de grises y tenía un tamaño (A3 o A4 sin doblar) similar al que tenían algunos fanzines que se publicaban en Argentina en la década de 1980, como Rebelión Rock por ejemplo.
Sin embargo, para hacer justicia, se debería ubicar a Revista Basta en el estante de las revistas subterráneas. Estas, al igual que los fanzines punkies y la supuesta democracia, emergieron en Argentina en la década de 1980 de la mano de publicaciones como la mítica Cerdos & Peces. Esta revista, cuyo principal responsable fue Enrique Symns, era el gran referente de la publicación gráfica tucumana, si bien sus editores (el Lobo Feroz y Héctor Martínez) también estaban al tanto de la movida de los fanzines.
Revista Basta -o La Basta como la llamaban algunxs en aquel entonces- publicó solamente dos números, SÓLO DOS INIGUALABLES NÚMEROS.
Quien pudo hojear sus páginas en esa época, se habrá encontrado probablemente con sus primeras lecturas sobre el anarquismo, de la mano de las experiencias de Raúl Prchal; sus primeras aproximaciones a la música punk más subterránea, a través de los informes y entrevistas a Dead Kennedys, Sentimiento Incontrolable o al sello discográfico Alternative Tentacles; y habrá accedido también a información sobre programas de radio tucumanos en donde sonaba música metálica, dark, shoegaze, punk o postpunk, y a datos sobre teatro y arte subte. La Basta publicaba además información sobre los pueblos originarios, te sumergía en el interior de la movida gay tucumana y llamaba a la unidad de todos los sectores bajo la consigna “HEAVIS, HIPPIES, DARKS, TRAVESTIS, PUNKS, PSICOBOLCHES, APACHES, UNANSE!”.
“La Basta fue un producto del hartazgo frente a la opresión y al autoritarismo plantados por los regímenes militares genocidas de las décadas anteriores.”
Revista Basta fue una publicación gráfica que daba un pantallazo bastante amplio de lo que transcurría en la movida subterránea de la década de 1980, una década donde -como me decía el Lobo- se pensaba que además de comer, educarse y curarse con la democracia, también se podía ser libre; todas cosas que a posterior resultaron ser mucho más complejas.
La Basta fue un producto del hartazgo frente a la opresión y al autoritarismo plantados por los regímenes militares genocidas de las décadas anteriores. La Basta era Basta de represión, Basta de fraude, Basta de la hipocresía religiosa, Basta de fascismo.
Sí habría que nombrar a referentes de lo que se podría llamar periodismo alternativo o subterráneo o antecedentes de publicaciones como los fanzines y otros engendros fotocopiados, sonaría el nombre de Revista Basta seguramente.
Gays: Lo que usted debe saber
Reedición de una nota publicada en Revista BASTA, Número 2, 1987
Por Jorge Figueroa (1987)
Esta nota debía tratarse sobre la comunidad Gay en Tucumán, pero, en rigor, tal comunidad no existe. Luego de un par de intentos frustrados, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) no logró constituirse. ¿Por qué? Cada cual tiene su versión de los hechos: para Gaby “Los gays no han sabido ponerse los pantalones”; hace un tiempo “La Pocha” Bustos me decía que aquí “todas son maricas de mierda”. En fin, las interpretaciones son tan diversas como gays hay en la provincia, porque de eso se trata: solo hay grupos y, lamentablemente, únicamente uno de ellos se prestó a esta nota. El resto no dio bola.
Nadie tiene la más puta idea de cuántos homosexuales hay en la provincia, aunque la calle –que es sabia- los tiene perfectamente individualizados y se conoce que ningún sector escapa a ellos: los hay curas, funcionarios, políticos, autoridades de todo calibre, burgueses y proletarios. ¿Que cómo se sabe todo ello? Y bueno, a pesar de los disfraces, nunca falta en el café el que se dedica a escrachar un puto, o que conoce alguna aventura que un amigo se la contó.
Pero, aunque sea parcial (MUY PARCIAL) esta nota, desde ya invitamos a todos los que no se sientan identificados a tomar la palabra. Bueno, esta es entonces más o menos la vida de un sector Gay en Tucumán.
Los mitos atrás
¿De qué tamaño te gusta?
Lo de la PIJA GRANDE no es más que un mito, una expresión pour la galerie; un pingo grande causa graves trastornos físicos, sobre todo en los estrechos, y hacen bien en cuidar el culito porque los poseedores de hemorroides se cotizan menos.
Para algunos también es un mito lo de que el homosexual tiene una MAYOR POTENCIA SEXUAL; Gaby, por ejemplo, se conforma con un polvo bien echado, pero otros –insaciables- pican aquí y allá, eso sí, con diferentes personas. ¿Implica esto una mayor vigorosidad sexual? No lo creo, cualquier macho de esta tierra es capaz de hacer lo mismo, y más si se trata con diferentes personas.
¿La promiscuidad?
Bella palabra -ahora prohibida- sí es más que un mito; a los gays les encanta coger con todos, excepto, claro está, si tienen pareja, pero, aun así, los casos de infidelidades proliferan, y ya se sabe cómo se termina.
Así están las cosas; una pija normal, digamos, tipo 17 centímetros, un menage a trois (triángulo que le dicen) y, mejor si uno de los protagonistas es mujer. El heterosexual mezcla en esta situación, y aquel que al mismo tiempo se acuesta con hombres y mujeres es rechazado. Entiéndase bien: una cosa es hacer un ménage a trois con una mina y otra que el tipo después de coger con un gay, se haga el estrecho con una mina. “No hay derecho -dicen- las cosas tienen que ser de frente”.
¿Qué hacen? ¿Dónde van?
Sean de frente o de costado, lo cierto es que los gays no tienen ni siquiera una miserable discoteca donde ir a bailar. Se recordará que ya hace más de un año el SAMBAO fue cerrado con bombos y platillos, justo una semana después que más de cien personas concurrieron allí para festejar “El día internacional del Gay”. Pueden ir a bailar a Chesterfield, un boliche en Bella Vista, y, para las parejitas hay un bar por la avenida Mitre, a pocas cuadras de la plazoleta.
Para los gays del centro, los que curten la onda intelectual, el recorrido es casi siempre el mismo: Centro Cultural-Facultad de Arte-bar a elección-Peña El Cardón. El Buen Gusto no es más que para una cita ocasional. Los espejos de La Cosechera son especiales para el levante, para el típico cruce de miradas.
“Lo de la PIJA GRANDE no es más que un mito, una expresión pour la galerie; un pingo grande causa graves trastornos físicos, sobre todo en los estrechos.”
Abundan en las facultades de Arte, Filosofía y Arquitectura, aunque en esta última se sabe que son unos burguesitos bien tapados; los de los cursos más altos junan mucho a los de primer año. A aquellos que se los aprecia blanditos, se los trata de arrimar al guetto, y una vez allí no hay camino de retorno. Pero no vayan a creer –me decía un amigo- también hay muchos en la Facultad de Medicina…
El lugar preferido de parada era el café del Hotel Corona (cuando estaba en el primer piso), allí ocupaban cuatro mesas bien definidas pero fueron corridos; Ese bar tiene un magnetismo. ¿Cuál?… esas mesas, no, esos pasillos, el baño al alcance de unos pasos… “Pero, usted sabe –afirma Daniel- en la época de turismo no se pueden perder clientes importantes y respetables, por eso los echan, aunque siempre aparecen de nuevo; bajan, en una sana elección”. Los piropeadores están allí; dos o tres meses bastan; se tejen las más diversas películas con un jugador sanmartiniano que vive en un hotel (uruguayo, para más datos) /of course, no pueden perderse los últimos films de Fellini o Bertolucci ni mucho menos de sus ídolos Fassbinder y Pasolini. Cuando estrenaron “Querelle” 1 la cosa fue como una reunión general.
Pero, comentaba Gandhi, los intelectuales de ahora están fundidos. Antes eran muy comprometidos, actualmente sobra la tilingería. Por eso, liberales ellos, por favor, no les hablen de política o de algo que se le parezca. Prefieren entusiasmarse con un video de la [Marilyn] Monroe o de la [Greta] Garbo, las diosas del pasado y las luces de Hollywood todavía encienden sus fantasías.
La puta realidad
Pero, escuchame, Gandhi, ¿hay una cultura gay? ¿Una pintura, por ejemplo? “Y, mirá… podría decirse que nos sentimos muy vinculados con Andy Warhol (el creador del Pop-Art), la música psicodélica, en fin, todo es muy confuso y muy pobre-mediocre” –agrega él. “¿Viste los retratos-pose en algunas figuras-pinturas? ¿La figura tipo maniquí? Bueno, eso forma parte de una temática gay, son identificables por eso, lo barroco-manierista, eso nos gusta mucho… que más te podría decir… ¿Te acordás de una exposición en el “POMPIDOU”?… ¿La de Raquel-gordo-Daniel? Ese tipo de cosas nos atraen.”
Aquí no tienen líderes o jefes, los grupos se mueven independientemente y hasta pelean entre ellos. Los celos y las envidias son motivos suficientes. Los de Artes-Arquitectura están unidos, mezclándose, a veces con los de Filosofía, específicamente Psicología.
Reconocen que hubo gente como Bernardo Kehoe o Ricardo Bustos que impusieron pautas de conducta, actitudes; quizás porque se trataron de los que desde un primer momento aparecieron públicamente como asumidos y defendieron su condición de homosexuales a troche y moche. Manejan un diccionario propio irónico y sarcástico (“chongo heterosexual”, “marica afeminado”, “liviano dudoso”, etc.)
Es natural que se identifiquen, en cierto modo, con una vestimenta especial (sacos cortos y anchos, las medias todo un detalle, camisas bien estampadas y abiertas, mostrando el pecho, y los pantalones cortos y amplios). Se pintan los ojos y sobre todo muchos usan aritos. No son pocos los que, cultores de su físico, pululan por los institutos y gimnasios.
El “casamiento” es toda una ceremonia jocosa, llena de ironía, en la que la complicidad de los invitados no anula el hecho de que sea tomada en serio por sus protagonistas.
Estas fiestas y las de Artes son como un oasis entre los gays; en fila, se los ve bailando, como si se tratara de un cumpleaños quinceañero. Según un amigo, el 98% está en pareja.
¿Cuál es el tema común de conversación?
El levante. Me decían que tienen como elementos femeninos algunos rasgos; son víboras y les preocupa mirar y ser mirados. A ello se debe la necesidad de “estar espléndidos” y dar una “buena imagen”. La noche los transforma. Durante el día su actividad es ocultada, pero ya en el café son otros.
¿Son marginados?
Ellos no se sienten así, aunque bueno, la mayoría son homosexuales de la puerta de su casa para afuera. Se creen liberados de las ataduras sociales, y atreverse a decir un piropo ya es un gran paso. Por supuesto que se quejan de la falta de libertades públicas; ¿Se dan cuenta que no pueden ir tomados de la mano, ni besarse en público? Pero los intelectuales zafan y encuentran los recovecos necesarios para no privarse de nada.
En las mesas gays se sientan tipos que no son tales, a pesar de que toman sus costumbres, atuendos y códigos y curten la onda gay. ¿Serán putos no asumidos? “No se sabe, pero bien que se divierten con nosotros, nos siguen, nos escuchan… en fin, viven dentro de esa especie de circo”, define Gandhi. “Por algo será”, agrego yo.
Otro mundo
Nada que ver este mundo con el de los gays de la Plaza [Independencia], ni con los que van a levantar al Parque [9 de Julio] o cogen bajo el puente que atraviesa la Benjamín Aráoz. No son espléndidos los que después de la medianoche buscan a los camioneros en el bar “Oasis”, cuarentones en su mayoría son los que recorren Lastenia, y la baja costanera del Río Salí, Ranchillos o Alderetes. Los otros, los que están en los barrios, prefieren no hablar con nosotros, no tienen tiempo, dicen, pero es claro, tienen mucho más que perder. A veces tienen que recurrir a los cines Parravicini y Casablanca para alzar algo pero se trata nada más que de aventuras, cosas que no se hacen todos los días, sino un fin de semana o feriado largo, cuando la rutina de la propia clase comienza a aburrir.
Los gays no han sabido ponerse los pantalones
“La Gaby” no es un gay común. No tiene reparos en confesar que no se lleva bien con nadie, asegura ser “activo” y “pasivo” en sus relaciones y sostiene que “para salir conmigo hay que tener pelotas”. Sentados en El Buen Gusto, poeta de profesión, me responde que en su familia su homosexualidad ha terminado por ser aceptada y que se da el lujo de “levantar” en la propia puerta de su casa. Sus gustos sexuales no son nada extraordinarios, repite que la cacería de la pija grande es un mito – “triángulos no, no me copan, aparte nunca lo he practicado” – aunque, claro está, le agrada matizar con revistas y videos porno.
Cuando se trata de coger no le importa que sea un “groncho”, pero si se trata de enamorarse debe ser como él sostiene ser: “una persona con delirios aristocráticos”.
Finalmente, no me contó su árbol genealógico y ahora recuerdo que yo tampoco se lo pregunté, pero me quedó absolutamente claro que es incapaz de coger en cualquier lado. Un telo bueno, o, a lo sumo, en el interior de un auto importado.
¿Que por qué digo que me pareció un gay poco común? Y bueno, en la charla que mantuvimos se tiró contra el guetto y muy duramente. “Su única función es el auto-encubrimiento, la auto-marginación en masa, porque en Tucumán los gays no han sabido ponerse los pantalones…. Yo me cago en la comunidad gay, es puro snobismo. Creo que no tengo careta, y si la tengo me la saco donde sea”. No obstante, me contó que con cuatro o cinco años de psicoanálisis, tuvo la oportunidad de optar con madurez su condición. “No, no fui para curarme, sino por un estado de confusión”.
Por la calle San Martín, le basta cruzar una mirada para conectarse con una posible conquista, hay una onda particular cuando un tipo “te desnuda con la mirada”.Ante una duda mía me aclara que es una fantasía lo de que los homosexuales tienen una potencia sexual superior al resto. “No aspiro más que a un polvo diario”.
Más adelante, hablamos de los intelectuales. Descubrí que hay mucha gente que al parecer que aprecia sus poesías. ¿Hay poesía gay? “Yo cuento mi historia, y soy gay, los intelectuales zafan de la marginación, no tienen problemas… eso sí, los plásticos gay de Tucumán son hipersnobistas”. Me reitera que, a pesar de que se considera un aristócrata, para coger “no hay diferencias de clases, aunque, es verdad, la relación con un intelectual me satisface mucho más”.
Entre el mozo que se nos pregunta qué queremos y el aturdimiento de un sábado al mediodía critica a las “marillas” (maricas) de la Plaza [Independencia]: “gritan mucho esas chicas, y dan un espectáculo gratuito, son groseras diciéndoles piropos a la gente, son del estrato social deprimente (: clase social baja)”. La Gaby nunca se atrevería a ir al Parque, ni a culiar en el puente que cruza la avenida Benjamín Aráoz, pero respeta a los travestis que trabajan en esa zona porque se defienden entre ellos.
Cuando nos levantamos para irnos me aclara que cuando sube al escenario a recitar sus poesías lo hace con un atuendo que lo identifica (¿plumas y lentejuelas? No precisamente, sí con elementos pseudo-punks, etc.), es un espectáculo. Insiste en la automarginación de los gays (porque no dan la cara y no luchan por lo suyo), me asegura que los conoce por intuición y por olfato, vuelve a quejarse de la represión sexual que hay en la provincia, y promete darme una poesía para que la publiquemos. No quiere foto.
Ya salía del Buen Gusto y efectivamente me sentía observado, todos me habían estado mirando. Recordé lo que decía la Gaby: “Para estar conmigo hay que tener pelotas” .
Desde La Cascotiada agredecemos cálidamente a José Saravia, Lobo Feroz y Jorge Figueroa, que hicieron posible la republicación de esta nota.
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NOTES
- Querelle (1982) es un film de culto del director alemán Rainer Werner Fassbinder, basado en la novela Querelle de Brest (1947) del escritor francés Jean Genet. Fue muy difundida en Argentina entre los gays de los años 80, e incluso Néstor Perlongher la mencionó como “su favorita“. [N. La Cascotiada]