Coridón, Coridón, ¿Qué locura es ésta?
“Reales Sitios”, en Desiderátum
Hace ya dos años que el diario La Gaceta abría sus puertas a Toukouman Blog, el proyecto de mi amiga Mariana Salvatore destinado a la difusión de literatura de Tucumán y el Norte. La avant premiere del espacio estuvo dedicada a su tío, el escritor Juan José Hernández, y se publicó una pequeña biografía fabricada con mucho afecto, La historia de un tucumano “irreberente”.1 El retrato biográfico que nos deja es muy familiar a los ya conocidos: Juanjo, un escritor tucumano radicado en Buenos Aires, que desde la distancia escribía sobre la provincia.
El texto no busca agregar ninguna información nueva, sino ordenar la que se encontraba disponible. Este tipo de síntesis son muy comunes en el ámbito del periodismo digital, y se construyen a partir de otras fuentes, en este caso a partir de otras pequeñas biografías y entrevistas también digitales. Como la cadena sigue, muy frecuentemente esos mismos datos tienen sus orígenes en la academia, las editoriales y la prensa impresa. Desde ensayos hasta solapas de libros, pasando por notas periodísticas, obituarios o reseñas, se van elaborando ahí los retratos que luego serán replicados (porque aún en plena era digital continúan siendo aquellos los espacios en los que se toman las decisiones).
Si bien es cierto que este tipo de escritos tiene pocas líneas y que quizás por eso es poco lo que puede contarse,2 no deja de existir en ellos un filtro. En las pequeñas biografías de Juan José (ya sean reseñas o extractos), parece haber una selección bien delimitada: todas tienen en común dejar fuera del relato la homosexualidad del escritor. ¿Por qué quienes lo retratan deciden siempre suprimir la putez de su biografía? ¿Qué sucede se la restituye y comenzamos a leerlo a través de los ojos de las maricas?
La negada permanencia
Los exilios fueron fisuras tan profundas en la biografía de Juan José que Daniel Moyano, su amigo y también escritor, explicó hasta qué punto las oleadas migratorias norteñas marcaron y fueron centrales en su poesía y en su prosa. 3 Ahora bien, ¿y si comenzáramos a pensar ese exilio, además de tucumano, como un exilio gay, es decir, como parte de la experiencia de un grupo social estigmatizado del cual Juan José Hernández también formaba parte?
La migración de maricas desde los pueblos pequeños hacia las ciudades es un mecanismo que se sostuvo durante todo el siglo XX y que no distinguió de fronteras ni de continentes. 4 El desprenderse de la familia y ganar anonimato, frecuentar territorios que son exclusivos de las urbes -como los de encuentro con otros homosexuales- ha hecho posible y sobre todo deseable una vida gay. Los exilios o huidas hacia las ciudades han habilitado desde siempre nuevas formas de existir para nosotrxs. Ha sido parte de la vida de muchas maricas tucumanas, algunas de ellas tan brillantes como Gabriel Iturri, a quien no por azar Juan José tomó como personaje en “Toukouman”, novela en la que trabajó hasta sus últimos días. 5 En la pequeña ciudad de aquel tiempo plagada de “asfixias” y “sofocaciones”, era difícil -cuando no imposible- vivir la putez. Era Tucumán el que en ese entonces les imponía el destierro, y para vivir (y escribir, en el caso de Juanjo) tenían que irse. La única opción disponible fue la huida, y para Juan José el único retorno posible será luego el literario.
La dulcísima inminencia del deseo
Juan José Hernández, luego de varios intentos fallidos, se logra trasladar definitivamente a la Capital en los años ’50, donde ya para la época se había desarrollado una subcultura gay. 6 Aquel desplazamiento le permitió tomar un poco de Aire, vivir otra vida -hasta ese momento sólo imaginada- y transformarse. Comenzó a construir nuevos lazos (amistosos, amorosos) que fueron decisivos en su devenir personal, político y literario, como su larga relación con José “Pepe” Bianco, secretario de la Revista Sur.
No es difícil rastrear los textos en los que Juanjo habla por sí mismo. Podemos encontrar un extenso relato en Fiestas, baños y exilios, de Modarelli y Rapisardi (2001), en donde se identifica no sólo como marica, sino como uno de los fundadores del Frente de Liberación Homosexual en los años ’70. Este último episodio también ha sido recordado en muchos otros ensayos y notas posteriores, incluidas dos entrevistas a Héctor Anabitarte que fueron muy difundidas. 7 Ninguna de estas fuentes ha sido tomada en cuenta en sus extractos biográficos.
La existencia marica es tan fundamental en la vida de Juan José Hernández que podríamos decir que toda su obra da cuenta de ello. En La ciudad de los sueños -su única novela publicada- encontramos enormes referencias a la cultura gay y lesbiana de aquellos años. Entre sus cuentos podemos encontrar algunos como “El viajero” o “La señorita Estrella” en donde los personajes centrales son homosexuales. Desiderátum, su obra poética, inicia con un poema de un amor truncado con otro hombre. En Escritos Irreberentes encontramos reseñas y comentarios en clave gay, como el texto sobre Las Ratas de Bianco. Y, como vimos, el personaje central de Toukouman, su novela inédita, también. Todo en Juan José Hernández habla sobre homosexualidad… ¡menos sus extractos biográficos!
Los dones de la noche
La belleza de sus escritos está embebida en esa experiencia de marica tucumana. A veces todo aquello producido por la sujeción y el sometimiento es transformado en fuentes casi inagotables de energía creadora, y su literatura tiene esa fuerza: la del exilio (y no la de la “radicación”), la de la irreverencia (y no la de la “discreción”). En un Tucumán a veces tan mesozoico, una relectura en estos términos sea, quizás, meteórica.
La propuesta es entonces liberar a Juan José Hernández de ese placar, disputarle la palabra a quienes intentan volver a guardarlo ahí adentro. Comenzar a desnudarlo y a arrancarle ese ropaje conservador con el que se lo sigue vistiendo a imagen y semejanza de aquel pequeño pueblo que -afortunadamente- ha dejado de existir .
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Una primera versión de este texto fue esbozada a fines del año 2014 para Toukouman Blog aunque nunca llegó a ser publicada. Agradezco los comentarios de Valentina Pucci, Guillermo Katz, Mariana Salvatore, Juan Pablo Martino y Nicolás Bulacio, además de las correcciones de mi amiga Fabricio Jiménez Osorio, que fueron indispensables para completarlo.
NOTAS
- “Leé dos poemas de Juanjo Hernández”, en Toukouman Blog, La Gaceta, del 8 de diciembre de 2014.
- A 10 años de la muerte del escritor tan leído en Tucumán, todavía no disponemos de una biografía.
- Daniel Moyano, “Los exilios de Juan José Hernández” en La señorita Estrella y otros cuentos, 1987.
- También hacia otras ciudades, siempre en busca de una vida más vivible. Un ejemplo es el de la partida del escritor inglés Christopher Isherwood al escuchar sobre las maravillas de entreguerras (bares y teteras) que habían transformado al Berlín de ese tiempo en un “edén marica”. Sus novelas autobiográficas Christopher y su gente y Adiós a Berlín dan cuenta de la fuerza de ese exilio y de cómo únicamente las atrocidades del nazismo pudieron obligarlo a volver a Inglaterra.
- Páez de la Torre (h) cuenta en el libro El Argentino de Oro cómo a fines del siglo XIX el joven oriundo de Yerba Buena y ex alumno del homofóbico Paul Groussac en el Colegio Nacional, comienza su exilio hacia París y termina sus días al lado de su pareja Robert, el famoso Conde de Montesquiou. Aunque Toukouman permanece inédita e inacabada, puede leerse un fragmento como adelanto del libro en el blog Golosina Caníbal.
- Juan José Sebreli, “Historia secreta de los homosexuales en Buenos Aires” en Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades, Sudamericana, 1997.
- “La huella de un pionero” en Página 12, 24/11/2013 y “Confesiones de un militante homosexual y comunista” en El Clarín (08/02/2013). En ambas Anabitarte habla puntualmente sobre Juan José Hernández y su participación en el FLH.